Los estilos de los presidenciales en sus arranques de campaña
Vaya arranque
de las campañas políticas federales; para las dos candidatas a la Presidencia de la República ha llegado el momento de la verdad. Por el lado de Morena, Claudia Sheinbaum arranca con una amplia aventaja y todo el apoyo del aparato burocrático que ha recaído en aquellas prácticas del viejo priísmo del presidencialismo imperial mientras que Xóchitl Gálvez recurre a la estridencia que le ha funcionado a los panistas que con anterioridad lograron el objetivo, en tanto que Jorge Alvarez Máynez… bueno, ahí está.
Empezando por la puntera, cuando las redes sociales se inundaron con el video que rescata la pifia de la candidata al señalar que “solo hay dos caminos a tomar este 2 de junio, uno: que siga la corrupci… que siga la transformación” salieron algunas voces defensoras a asegurar que ya comenzaba la guerra sucia alterando el discurso de Claudia Sheinbaum en el Zócalo, pero después tuvieron que eliminar sus comentarios cuando se confirmó que, efectivamente, la candidata dijo lo que dijo pero no quería decir aunque aún así lo dijo.
De lo que haya tratado el resto del discurso, lo que haya ofrecido o lo que hubiera querido posicionar en el arranque de su campaña, simplemente quedó en el olvido; por si esto fuera poco, también destacó el video del momento en que las candidatas de Morena Claudia Sheinbaum (a la Presidencia) y Clara Brugada (a la jefatura de la Ciudad de México) se saludan en el mitin y en el que, después de un abrazo la segunda intenta despedir de beso a la primera y esta se lo impide y se aleja de ella, lo que incrementó los rumores sobre los desencuentros entre ellas.
A final de cuentas, ambas candidatas zanjaron el asunto en las redes sociales indicando a sus respectivos community managers que postearan algún mensaje de apoyo como para tratar de contrarrestar lo que varias cámaras de video testimoniaron en el Zócalo capitalino; un momento incómodo al que se le dan distintas lecturas dependiendo de quién lo haga, un hecho incómodo que no dejó de ser anecdótico.
El discurso de Claudia de puede resumir en: continuidad, continuidad y más continuidad; se montará en la gran ola morenista que ha arrasado por igual en elecciones municipales como distritales y de gubernatura por todo el país y que ahora, bien aceitada como maquinaria de conseguir votos, no quiere arriesgar a caerse del caballo de hacienda en el que va montada.
Por el otro lado se encuentra Xóchitl Gálvez quien todavía ve lejana a la morenista y quien ha optado por lo ya conocido en este tipo de situaciones; antes que ella, Vicente Fox logró “robarse” la candidatura presidencial a través de declaraciones estridentes y una imagen de confrontación frontal y directa abusando de los coloquialismos que, no obstante, cayeron bien entre la gente que salió a las urnas para entregarle la Presidencia de la República bajo la promesa de un cambio que nunca llegó.
Después vino Felipe Calderón quien, repitiendo el ejemplo de su antecesor, hizo lo propio primero para adjudicarse una candidatura que no estaba pensada para él y después para pasarle por encima a Andrés Manuel López Obrador en su primer intento para ser Presidente y quien, en su frustración se declaró presidente legítimo sin que esto tuviera mayor impacto.
Curiosamente, el siguiente proceso, el de 2012, los panistas no tuvieron un candidato que tuviera que “robarse” la candidatura, Ricardo Anaya la trabajó de principio a fin y se encargó de que nadie se le pudiera atravesar como hicieron en su momento Fox y Calderón; se apropió del partido pero no logró quitarse de encima la imagen de junior prepotente y altanero que solo estaba en la búsqueda de un capricho. El resultado fue desastroso para él y terminó teniendo que huir del país.
Xóchitl retoma esa narrativa que le ha dado triunfos a los panistas; se le atravesó a la coalición PRI-PAN-PRD para quedarse con la candidatura cuando parecía que ellos ya tenían acordado todo y, ahora, vuelve a esa forma de envalentonamiento estridente mezclada con algunas