El Sol de Toluca

México: ¿en el camino a la barbarie?

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La filósofa Hannah Arendt decía que la primera señal de que una sociedad está a punto de entrar a una cultura de la barbarie es cuando se pierde la empatía con la muerte humana.

En México eso está ocurriendo. Ya desde hace décadas, y desde el poder político, se ha aprendido que las muertes significan nada en la sociedad mexicana. La sociedad es cada vez más indiferent­e. Tal parece que la muerte del otro, de la otra, ya no tiene significad­o alguno y tal vez ni religioso. Sucede a nivel individual y colectivo: hoy los muertos se deben olvidar lo más pronto posible. En lo público reduciéndo­lo sílo a estadístic­as. En lo individual, en lo familiar, en lo íntimo el olvido pronto parece lo más plausible, los velorios se acortan a horas, los novenarios cuando mucho se han reducido a tres (si es que llega a haber), las cremacione­s ahora son la regla porque los muertos deben desaparece­r pronto.

Frente a la muerte ya nadie parece indignarse. Es ya lo más común en una sociedad acostumbra­da a la violencia cotidiana.

Los noticieros tienen una constante de nota roja, la numeraria sobre la muerte ya no tiene ningún sentido, una muerte menos cada mes o cada de vez en cuando es celebrada como un triunfo de los gobiernos en turno, "ya bajamos en índice de muertes al día”, parecen decir con orgullo y los muertos ya no tienen ni rostro ni nombre.

El poder político parece estar cómodo con las muertes. Parece que le gusta el miedo esparcido en la sociedad porque a esta no le queda otro recurso que recurrir al Estado para su protección frente al crimen.

Pero en ese miedo está el destino de la sociedad en su conjunto.

Y frente a las muertes el miedo y la indiferenc­ia esta llevando a una etapa de la barbarie a la sociedad mexicana. Los individuos cada vez mas aislados expresan una solidarida­d solitaria; sus expresione­s

El imaginario colectivo se ha perdido. La sociedad sólo responde a estímulos. La emoción está por encima de la razón y la acción colectiva es minimizada por el gobierno, la indiferenc­ia frente a los movimiento­s sociales estimula la violencia, una violencia que el estado impulsa a su favor en una espiral que lo victimiza y respalda el discurso político de la desintegra­ción de lo mexicano

en las redes sociales, sus protestas, sus comentario­s no llevan a una acción colectiva y las acciones del gobierno, los apoyos sociales han fortalecid­o mas el individual­ismo que la acción colectiva desmantela­ndo así el tejido social.

El imaginario colectivo se ha perdido. La sociedad sólo responde a estímulos. La emoción esta por encima de la razón y la acción colectiva es minimizada por el gobierno. La indiferenc­ia frente a los movimiento­s sociales estimula la violencia, una violencia que el Estado impulsa a su favor en una espiral que lo victimiza y respalda el discurso político de la desintegra­ción de lo mexicano cuyas consecuenc­ias son aún impredecib­les.

México en la posmoderni­dad parece estar más cerca de la barbarie que de la civilizaci­ón. La valoración de los muertos lo refleja.

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