El Sol de Tulancingo

Los derechos de la mujer

- Raúl Carrancá y Rivas Profesor Emérito de la UNAM @RaulCarran­ca www.facebook.com/ despacho.raulcarran­ca

Son los mismos que los del hombre, pues son los derechos del ser humano sin diferencia de sexos. Sobre tales derechos se han escrito cientos, miles, millones de cosas, ya que es un asunto que ha llamado insistente­mente la atención, desde el origen de nuestra cultura, de todo pensador, poeta, literato, filósofo, habido y por haber.

Yentre esta enorme colección de pensamient­os habría que buscar algunos definitori­os, lo que por supuesto va en gustos y criterios. Pero a mi juicio hay dos de Amiel, el celebérrim­o escritor suizo, en su Diario Intimo y que resaltan lo esencial de la mujer. Helos aquí: "El alma femenina tiene algo de obscuro, de misterioso, que se presta a toda clase de superstici­ones y que enerva las energías viriles". "La mujer es la salud o la perdición de la familia. Ella lleva su destino entre los pliegues de su ropa".

Misterio que se resuelve, creo, con la maternidad -mejor femineidad- y que por lo tanto atrae al varón para complement­ar al ser humano. Complement­o que dentro de nuestra cultura se logra socialment­e en la familia, aparte de lo espiritual y subjetivo; siendo que el destino familiar debe sin duda ser compartido por el hombre y la mujer, por lo que se trata de derechos y obligacion­es igualmente compartido­s, pero prioritari­os en la mujer por ser ella la depositari­a de la maternidad y femineidad. La mujer, pues, contiene y encierra ambas, lo que la distingue y exclusiviz­a con perdón del neologismo.

Ahora bien, la mujer es así y en consecuenc­ia garantiza el origen, permanenci­a, estabilida­d y continuida­d del ser humano. Es de aclarar que la maternidad y feminidad son atributos y caracterís­ticas femeninos que no importa que se realicen o no en la concepción, y que de suyo le dan rasgo y carácter a la mujer. La mujer es el ser humano que puede concebir y cuya naturaleza y composició­n biológica, tanto como espiritual, la hace imprescind­ible en el destino humano. ¿Lo anterior implica acaso superiorid­ad o inferiorid­ad? No, sino igualdad diferencia­da si cabe el término, lo cual deriva en derechos y obligacion­es muy claros que delimitan las funciones del hombre y la mujer en sociedad. Somos hombres y mujeres iguales pero diferentes, ya que hay algo que sobresale.

He señalado que la mujer es el ser humano

La mujer es Madre en un sentido cósmico, dice Goethe, por lo que su personalid­ad es decisivame­nte influyente en la familia y en la sociedad, que no es más que un conjunto de familias unidas por un ideal. Si la mujer falta decae la familia porque el hombre solo no pude salvarla.

que puede concebir, lo que remarca lo obscuro y misterioso que señala Amiel, obscuridad y misterio que se aclaran si entendemos que la mujer es la principal responsabl­e de la familia. Sus derechos y obligacion­es son muy claros. La mujer es Madre en un sentido cósmico, dice Goethe, por lo que su personalid­ad es decisivame­nte influyente en la familia y en la sociedad, que no es más que un conjunto de familias -de iure o de facto- unidas por un ideal. Si la mujer falta decae la familia porque el hombre solo, salvo excepcione­s, no pude salvarla. Por lo tanto la mujer -la femineidad- es un personaje fundamenta­l en la familia.

La fuerza moral de la mujer es insubstitu­ible. No obstante la historia da una y mil vueltas, improvisa y hasta sorprende. Pero la mujer no es un mito sino una meta, hay que ir hacia ella. Los derechos de la mujer, en consecuenc­ia, son parte de la naturaleza, y reconocerl­os y tutelarlos correspond­e al Estado. Porque el Derecho es la facultad del ser humano para hacer legítimame­nte lo que conduce a los fines de su vida. Hagamos esto con la ley y respetemos esos fines vitales. Y que no se confunda este propósito con violencia o mascaradas febriles.

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