Lucrecia Hernández artesana de corazón
El don de ser artesana lo trae en la sangre. El entorno donde vive, en Santa Ana Tzacuala en Acaxochitlán, le ha dado a Lucrecia, mucha imaginación para bordar prendas, que porta con orgullo y que, además, comercializa.
Hernández Atenco es acreedora al primer lugar en el Concurso Nacional de Textiles y Rebozo 2019
El don de ser artesana lo trae en la sangre. El entorno donde vive, la localidad de Santa Ana Tzacuala en Acaxochitlán, le ha dado a María Lucrecia Hernández Atenco, mucha imaginación para bordar prendas, que porta con orgullo y que, además, comercializa.
Acreedora al primer lugar en el Séptimo Concurso Nacional de Textiles y Rebozo 2019. Y en ese año, viajó al Vaticano y representó la tradición de los bordados hidalguenses junto con otros artesanos. Ella expuso un atuendo indígena con técnica de “pepenado”.
Recuerda que fue parte de quienes confeccionaron piezas para un Nacimiento en el que ocuparon elementos y materiales, y diversas técnicas, mostradas en uno de los Museos de la Santa Sede. Allá, dice, tuvo la oportunidad de saludar al Papa.
Lucrecia, usa el telar de cintura para hacer quechquémitl, rebozos, faldas, y fajillas. Borda flores, animales, y otras figuras usando una gran variedad de colores en sus mantas. Encumbró a su municipio y a ella misma, reconoce con humildad que en su tierra hay grandes talentos.
Ella nunca imaginó obtener un reconocimiento de esta talla y dice que no se detendrá; seguirá buscando ganar concursos con lo que sus manos hacen.
Humilde en trato y con una gran sonrisa, menciona emocionada, ser una de las muchas representantes de las artesanías hidalguenses mientras muestra su prenda de algodón con la que ganó, y que no venderá. Ahí la tiene como recuerdo de que ella es grande y que seguirá trabajando por sus sueños.