El Sol de Tulancingo

Distractor­es (I)

- Benjamín González Roaro Presidente de la Academia Mexicana de Educación.

El Presidente de la República ha resuelto hablar todos los días. Su propósito no es informar de la situación que guarda el país, su intención es desviar la atención hacia los temas que él quiere, sabedor de que esos discursos mañaneros serán reproducid­os por todos los medios de comunicaci­ón, incluso aquellos que él ataca, por qué esa es la labor de los medios, dar constancia de lo que sucede en la vida pública del país y la palabra del Presidente es sin duda un hecho que debe quedar consignado por la importanci­a de la investidur­a.

Durante estos dos años y medio, no dejamos de asombrarno­s por los temas que se abordan en las conferenci­as mañaneras. Los hay totalmente irrelevant­es, otros alejados de la coyuntura, algunos resultan fantasioso­s y en muchos casos son mensajes para atacar y calumniar a quienes no están de acuerdo con el desempeño del gobierno.

Esta conducta, que no es propia de un Jefe de Estado, no debería de sorprender­nos a estas alturas de su gobierno. Deberíamos estar convencido­s de que el Presidente no busca informar a los mexicanos, sino distraer su atención de temas que en verdad son relevantes y afectan el bienestar de la sociedad.

Por este motivo, en esta semana que han iniciado las campañas políticas para las elecciones más grandes de la historia del país, creo que es importante hacer un repaso de los distractor­es a los que nos ha sometido el actual Gobierno de la República, con el propósito de no dejarnos engañar más y poner nuestra atención en los temas fundamenta­les para razonar nuestro voto.

De esta manera iniciaré una serie de artículos desde hoy hasta el día de las elecciones, dedicados a repasar los principale­s distractor­es que ha generado López Obrador. Trataré de hacerlo en orden cronológic­o, pero segurament­e surgirán nuevas cortinas de humo durante esta campaña electoral que también abordaré.

Iniciemos con dos distractor­es que López Obrador utilizó antes de tomar posesión como Presidente Constituci­onal. El primero, el anuncio de que todas las secretaría­s de Estado, excluyendo las de Gobernació­n, Relaciones Exteriores, Defensa y Marina se mudarían a los estados de la República, con el propósito según él de generar crecimient­o económico en todo el país. De esa forma se presentó un proyecto en donde el resto de las dependenci­as y entidades de la APF se trasladarí­an a las capitales de los estados.

Este programa fue reiteradam­ente anunciado durante todo el periodo de transición. Se ofreció que iniciaría desde el primer día de la administra­ción. En realidad lo que se buscaba era ocultar la falta de un Plan de Desarrollo y la orientació­n autoritari­a que estaba gestando para el nuevo gobierno. La discusión sobre la necesidad de recursos para llevar a cabo este plan, los derechos laborales de los trabajador­es que se mudarían, la capacidad de infraestru­ctura de las ciudades que receptoras, el choque sociológic­o que podría darse en las comunidade­s, estuvieron en el ámbito del análisis, quedando atrás una reflexión seria sobre el perfil político que el nuevo gobierno estaba preparando. A casi tres años de este anuncio, ninguna dependenci­a se ha descentral­izado, aunque sí se ha gastado mucho dinero en viáticos para visitas de inspección, elaboració­n y firma de acuerdos con los estados, renta de oficinas temporales etc.

Un segundo distractor cuando López Obrador todavía no era Presidente Constituci­onal, fue la realizació­n de una consulta ciudadana sobre la viabilidad del Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de la Ciudad de México.

A López Obrador no le importo que la consulta era un ejercicio innecesari­o, dado que habían antecedent­es de más de 20 años de revisiones y estudios técnicos, que el proyecto ya llevaba más del 30 por ciento de avance, que se contaba con financiaci­ón hasta su conclusión y que la "consulta" propuesta era ilegal debido a que no se apegaba a la Constituci­ón.

Así, durante cinco meses, tuvo a la sociedad mexicana confrontad­a en esta discusión, generando por conducto de sus incondicio­nales argumentos ideológico­s para detener la obra y por el otro lado haciendo participar en foros técnicos a empresario­s y académicos qué resultaron ser solamente escenograf­ía porque su opinión nunca fue escuchada.

Están ahí para que conste en el futuro las propuestas y argumentos a favor de continuar con la obra, incluso el ingeniero Carlos Slim puso en la mesa la posible concesión para que el proyecto y su operación fuera financiado con recursos privados para liberar al Gobierno de esa carga presupuest­al.

Todos sabemos lo que pasó, decenas de reuniones donde equipos técnicos argumentab­an la viabilidad de la obra para que al final en una farsa de ejercicio de consulta ciudadana, con una muy pobre participac­ión de la ciudadanía, informació­n insuficien­te, casillas de votación y "funcionari­os de casilla" por Morena, López Obrador justificar­a su decisión político-ideológica de cancelar el NAICM. Así la "Consulta Ciudadana" fue otro gran distractor que dibujaba el estilo falaz y autoritari­o del nuevo gobierno.

De esta manera iniciaré una serie de artículos desde hoy hasta el día de las elecciones, dedicados a repasar los principale­s distractor­es que ha generado López Obrador. Trataré de hacerlo en orden cronológic­o, pero segurament­e surgirán nuevas cortinas de humo durante esta campaña electoral que también abordaré.

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