Que la conciencia verde no sea una moda
Paradójicamente, durante la pandemia, uno de los más beneficiados fue el planeta. A lo largo de este tiempo la naturaleza respiró gracias a la ausencia del ser humano.
Según National Geographic (2020), en China mejoró la calidad del aire en un 21.5 por ciento; en Venecia se vieron aguas cristalinas y aparición de delfines; la fauna salvaje reconquistó las ciudades de Nara, Oakland y Barcelona. De acuerdo con Telefe Noticias (2020), el Himalaya se pudo ver desde la India por primera vez en 75 años, y también aparecen y se reproducen animales de especies que están en peligro de extinción o que se creían extintas como la tortuga Laúd en Cancún, México.
Asimismo, surgió un auge en la conciencia ambiental de las personas, ya que comenzaron a ser más cuidadosas de lo que comen y de lo que consumen. La responsabilidad verde consiste en aplicar las 5R: reciclar, reducir, reutilizar, remplazar y renovar. Además de esto, las personas han buscado tener plantas en su casa, huertos, evitar lo más que se pueda el uso de plástico, cambiar el coche por la bicicleta o tratar de realizar la mayoría de sus actividades sin salir de casa.
Ahora bien, ¿hemos aprendido la lección de que debemos cambiar nuestra forma de vida para vivir en armonía y paz con nuestro medio ambiente? Es una pregunta que será respondida por nuestros líderes y por la sociedad al regresar a nuestra vida cotidiana post pandemia. Es un hecho que el cambio climático y en general nuestro medio ambiente no tienen una protección mágica como fue el caso del Covid-19, es decir, no hay vacuna para el daño que hemos hecho.
Los líderes, autoridades e instituciones tanto a nivel nacional como internacional deben poner en práctica algunas soluciones que da la Organización de las Naciones Unidas (O’Niel, 2020): proteger y perseverar el medio natural; invertir en servicios esenciales desde agua y saneamiento, hasta energía limpia en instalaciones sanitarias; asegurar una transición energética rápida y saludable; promover sistemas alimentarios saludables y sostenibles; construir ciudades saludables y habitables, por ejemplo, hacer más eficiente el trasporte público; y dejar de usar el dinero público para financiar proyectos contaminantes.