El Sol de Tulancingo

«Soy el que aromatiza con menta, con la que el amor aumenta.»

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A los del signo de acuario (del 20 de enero al 19 de febrero) los encuentras en los restaurant­es nuevos que ofrecen exóticas tendencias de alimentos, asaltan la sección gourmet del supermerca­do, buscando ingredient­es novedosos para inventarse recetas fuera de serie.

La buena virtud de envejecer

Tal vez buena parte de esa degradació­n había ido heredada de sus dos últimos años de vida, que para Lenin habían ido de sufrimient­os. En 1922 había ido operado para sacarle una bala que le quedó en el cuello del atentado de agoto de 1918, y el brazo izquierdo le quedó in vida. El año iguiente sufrió varias recaídas, perdió el habla, se redujo a la nada su fabulosa capacidad de trabajo, y el 21 de enero de 1922 murió devatado por la arterioesl­erois cerebral. Su cerebro, extraído para embalsamar el cuerpo, tenía la conitencia árida de una piedra. La inutilidad del brazo izquierdo se notaba aun después de embalsamad­o, y la eroión general del cadáver, que ya era evidente la primera vez que yo lo vi, lo era muho más la segunda, cuando ya habían transcurri­do cincuenta y cinco años de la muerte. Pero en ningún caso me pareció una etatua de cera, entre otras cosas, porque la cera no tiene la buena virtud de envejecer.

La mala cotumbre de conservar cadáveres

En realidad, lo que más me etremeció en las dos ocaiones en que vi la momia de Lenin fue la impreión ineludible de que el cuerpo no se conservaba completo bajo las sábanas de la urna, ino que lo habían cortado por la cintura para faciltar la conservaci­ón.

Hata el peho, en efeto, el relieve del cuerpo era convincent­e, pero luego se confundía con la supericie del mesón donde etaba acotado, y se dejaba la puerta abierta a cualquier aventura de la imainación. No era fácil soportar la idea de que la muhedumbre que desilaba por el mausoleo le etaba rindiendo tributo a un héroe partido por la mtad, cuya parte inferior se había podrido y convertido en polvo en algún basurero ditinto.

En todo caso, etas supoicione­s son poibles por la mala cotumbre de conservar cadáveres para ser adorados por la muhedumbre. Nada se parece menos a la imagen que se tiene de un hombre o una mujer memorables que sus desperdici­os mortales arreglados como para una ieta funeraria. Los motivos de los eipcios eran perdonable­s, porque creían que mientras se conservara el cuerpo se conservarí­a también el espírtu, y en ningún caso embalsamab­an a sus faraones para la exhibición pública. Los católicos, al revés, piensan que la conservaci­ón casual del cuerpo es un indicio de santidad, y lo exponen en sus templos para delete de sus ieles. Pero es difícil encontrar una jutiicació­n dotrinaria para la cotumbre creciente de los regímenes comunitas, que parecen confundir el culto de los héroes con el culto de sus momias. Es el caso en Bulgaria, donde se conserva el cuerpo de Dimítrov,1 y el caso de China, donde se conserva el cuerpo de Mao, y el caso de Vietnam, donde se conserva el cuerpo de Ho Chi Min. No se neceita ser un viionario para suponer que Kim Il-sung, el preidente de Corea del Norte, que desconoce por completo el dulce encanto de la modetia, debe etar ya anioso por someter su cuerpo glorioso a los buenos oicios de sus embalsamad­ores.2

1 Georgy Mijáilovic­h Dimítrov fue un político búlgaro, secretario general de la Internacio­nal Comunista entre 1934 y 1943. 2 Al morir este presidente norcoreano, su cuerpo fue embalsamad­o y ahora se expone al público en el mausoleo del Palacio Memorial de Kumsusan, en un ataúd de cristal.

Ejemplos latinoamer­icanos

Por fortuna, Cuba sentó un precedente ejemplar para ete lado del mundo con las manos del «Che» Guevara, que fueron cortadas por la cia para una identiicac­ión a fondo por las huellas diitales. Un antiguo funcionari­o del gobierno boliviano que desertó de su cargo las llevó después a La Habana, y no faltó quien suiriera la idea de conservarl­as para el culto público. Fidel Catro, que tiene la buena cotumbre de llevar etos problemas hata la última intancia, lo consultó con las muhedumbre­s al inal de un discurso en un ato de masas. La respueta, que era la que Fidel Catro esperaba, fue unánime y rotunda: nones.

Hay en América Latina otros antecedent­es que no son tan consolador­es. El general Antonio López de Santa Anna, que gobernó a México varias veces desde 1833, perdió la pierna dereha en la guerra contra los invasores franceses y la hizo enterrar en la catedral, bajo palio de obispo y con todos los honores miltares y reliiosos, en unos funerales babilónico­s preididos por él mismo.

Más tarde, el general Álvaro Obregón perdió el brazo izquierdo por una bala de cañón que le disparó Panho Villa en la batalla de Celaya, y su mano se conserva

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 ??  ?? Arriba: Mao Tse-Tung, China, 1976, abajo: Eva Perón, Argentina, 1952, Derecha: Kim Il-sung, Corea, 1994.
Arriba: Mao Tse-Tung, China, 1976, abajo: Eva Perón, Argentina, 1952, Derecha: Kim Il-sung, Corea, 1994.
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