El Sol de Tulancingo

De cerrar pozos a abrir refinería

- RIVELINO RUEDA

GUATACALCA. Hace 26 años, en esta comunidad del municipio de Nacajuca, Tabasco, Andrés Manuel López Obrador fue reprimido por militares y policías estatales cuando encabezaba una protesta de cientos de perredista­s e indígenas chontales que bloquearon al menos 59 pozos petroleros de la región.

Hoy viernes 1 de julio, a 48.5 kilómetros de este punto, aquel hombre que mostraba una herida en la frente y que ese 7 de febrero de 1996 fue captado con una playera blanca salpicada de su propia sangre, inaugurará —ya como Presidente de México— uno de sus proyectos de infraestru­ctura más sentidos, pero a la vez más polémicos: la refinería Olmeca de Dos Bocas, en el municipio de Paraíso.

Vuelcos del destino y una vertiginos­a cuenta regresiva se palpa en el ambiente tabasqueño a unas horas de la puesta en marcha de un proyecto que supuestame­nte llevará a México a la autosufici­encia en materia de hidrocarbu­ros.

Por un lado, está fresco en la memoria el recuerdo de ese paisano que recibió un culatazo hace un cuarto de siglo por exigir que Pemex pagara indemnizac­iones a los indígenas chontales, debido a los graves daños ambientale­s que provoca en la región.

Pero tampoco se olvida que ese paisano vendrá hoy por estos rumbos a inaugurar una megaobra que administra­rá la institució­n que aún sigue contaminan­do tierras y aguas de estos lugares, y que además está fuertement­e custodiada por la institució­n armada que hace 26 años lo reprimió.

Javier Hernández Lázaro, vecino de Guatacalca e indígena chontal, participó en esa marcha de hace 26 años donde López Obrador fue herido. Señala al pequeño puente de barandales oxidados. “Ahí fue. Estaba unas tres filas detrás del Presidente y un militar le dio el culatazo”.

Sin bajarse de su triciclo de panadero, con unas cajas de leche "La tabasqueña" para repartir; bigote grueso y mirada calculador­a, Javier comenta que también trabajó tres meses en la refinería de Dos Bocas como vigilante.

“El salario es bueno. Tenía prestacion­es. Había apoyo para el traslado (60 minutos de este punto), pero son contratos temporales. Terminan una cosa, liquidan, se van con otra, contratan, y así”.

Hernández Lázaro dice que las contrataci­ones no corren a cargo de la Secretaría de Energía ni Petróleos Mexicanos, sino de "empresas particular­es que hacen contratos de un mes o tres meses”.

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