Tecnología biométrica, el principio
El uso de las huellas dactilares o digitales en nuestra vida diaria es muy común, la utilizamos en dispositivos como teléfonos celulares y aplicaciones de bancos, por mencionar algunos, y nos hacen más sencilla nuestra vida para no recordar una clave o contraseña distinta cada vez. Esta manera de identificar y clasificar a las personas fue inventada en 1891 por el Italiano Ivan Vucetic, quien asentado en Argentina logró hacer las primeras fichas dactilares del mundo y hasta la fecha se siguen utilizando los cuatro tipos de rasgos utilizados por este científico.
En el mundo entero esta tecnología se ha aplicado de manera importante para identificar delincuentes, pero también para apoyo en la búsqueda e identificación de personas desaparecidas. En México, la base de datos más grande la tiene el Instituto Nacional Electoral, INE, con más de 90 millones de registros, la buena noticia es que tiene también las huellas dactilares. La lógica nos diría que el INE, al ser un instituto federal, siempre ha resguardado con sigilo esa información y ha compartido con los cuerpos de investigación federal esa base de datos. Pues la lógica, por lo menos la mía, no estuvo correcta; ni cuidaron la base de datos de todos los mexicanos ni ayudaron a la autoridad con esa información tan valiosa. En el año 2021 salió a la venta la base de datos del INE en una plataforma digital y fue vendida, dos veces, en 50 mil pesos. ¿Le ha pasado que le marcan y dicen nombre dirección y todo, pero suena a fraude? Pues es gracias a este pequeño desliz que el propio INE minimizó diciendo que era una lista desactualizada de 2018 y que ya había puesto una denuncia ante la Fiscalía.
En 2016 una copia de la base de datos del INE también fue encontrada en Amazon, y en 2018, el INE multó al partido Movimiento Ciudadano con 34.1 millones de pesos por haber filtrado ese padrón; es decir, nuestra privacidad costó 2.73 pesos por persona, buen negocio, ¿no?
Hace 16 años que comenzó la llamada “guerra contra el narco” y los desaparecidos empezaron a contase por cientos cada semana; hoy, hay más de 100 mil desaparecidos y decenas de miles de cuerpos que no han podido ser identificados por los familiares que, sin descanso, los buscan entre las morgues. Pero el INE, sigilosa de la base de datos, no la ha compartido con la autoridad y ha dejado a miles de familias sin poder poner fin a su tétrica búsqueda.
Hace unos días, con bombo y platillo, se firmó un gran acuerdo entre el INE y el gobierno de Coahuila para que se pueda, al fin, hacer uso de la base de datos del INE y comparar las huellas dactilares de cuerpos encontrados y contrastarlas con los de los desaparecidos en la entidad. Ojalá y este tardío paso pueda darse a nivel federal para que se avance en la justicia que tanto nos hace falta.
Tener una base con datos biométricos como el iris sería un gran paso, pero hay que mejorar también en quién cuida la base, otros datos biométricos son cosa seria.
Una base con datos biométricos como el iris sería un gran avance