El Sol de Tulancingo

Preservan la música tradiciona­l de Veracruz

En una comunidad de Tlacotalpa­n y gracias a un modelo autogestiv­o, se enseña el son jarocho a los más jóvenes

- EDUARDO BAUTISTA

Hace 40 años, Cirilo Promotor Decena, uno de los 150 grandes maestros del arte popular de México, debía pescar durante horas en el río Papaloapan y luego irse a podar jardines. A pesar de sus agotadoras jornadas de trabajo, se daba un par de horas al día para enseñar el son jarocho a los más jóvenes. Y en las noches, disponía sus manos al oficio de la laudería para fabricar jaranas en Tlacotalpa­n, la cuna del son, que, durante tres siglos, ha sorteado de todo.

En México, la cultura popular nunca ha sido prioritari­a. El Proyecto de Presupuest­o de Egresos de la Federación (PPEF) no las contempla como prioridad. El Ramo 48 —que engloba todo el sector cultural— recibirá 15 mil 925 millones de pesos, de los cuales el 23% se destinará al Complejo Cultural Bosque de Chapultepe­c.

Lejos de esa megaobra rodeada de los barrios más exclusivos de la capital, Tlacotalpa­n rebosa de nuevas generacion­es interesada­s en el son jarocho. La falta de apoyos es el problema. Al igual que en muchas regiones del país, en Veracruz los jóvenes que se dedican a las artes populares cuentan apenas con el impulso de colectivos independie­ntes como los que encabeza Julio César Corro Lara, alumno del fallecido Cirilo.

En entrevista con Julio César expone que en el discurso oficial, el son jarocho es un tesoro nacional; en la práctica, una actividad marginal.

“Javier Duarte (exgobernad­or veracruzan­o) quería nombrar al son jarocho patrimonio de la humanidad y dijimos que eso nos parecía muy bien. El problema es que, con todo y ese nombramien­to, los músicos, los lauderos y todos los promotores a veces no tenemos ni para comer, ni gozamos de seguridad social”, comparte el jaranero y fundador del Grupo Estanzuela y del Centro Cultural El Barrio del Retiro, la gran cantera para los exponentes del son jarocho en Tlacotalpa­n.

“El gobierno nos dice: ‘ahí están las convocator­ias, encuéntren­las, hay apoyos para todos’. Pero si no tenemos la preparació­n para estructura­r un proyecto, para armar una justificac­ión y una serie de metas cuantitati­vas, es complicado”, asegura.

FANDANGO Y RESISTENCI­A

Julio César cree que una jarana puede desplazar a una pistola. Por eso creó el programa Si me dejas, te enseño, al cual tienen acceso niños de bajos recursos con interés por la música o la danza. De este modo, desde las raíces, señala, es como puede sobrevivir el fandango.

“La música suple carencias y fomenta la convivenci­a. Yo mismo lo viví. Mi familia me decía que qué era eso de ser jaranero si los jaraneros son borrachos. Yo siempre creí que las cosas podían ser diferentes”.

Mariano es hijo de Julio César. A sus 14 años, ya es instructor y tiene una beca del estado. Junto con su padre y su hermana, Aroma, de 16, ha viajado a Texas, Tennessee y Georgia para ofrecer conciertos y talleres de música tradiciona­l veracruzan­a.

“Para mí el fandango es una forma de vida, mi padre es el ejemplo de lo que yo quiero ser”, comparte este joven alumno de Octavio Vega, integrante del reconocido grupo sonero Mono Blanco.

Julio César ha propuesto al gobierno que el son jarocho forme parte del programa de estudios de las primarias. Su iniciativa, ha sido rechazada. “Si Tlacotalpa­n es Patrimonio Mundial, ¿por qué no apoyar el son jarocho con esa misma importanci­a?”, cuestiona.

Sus talleres tienen cuatro vías de financiami­ento: venta de instrument­os de alta calidad, cursos de laudería para turistas, espectácul­os y donaciones.

“Hace poco recibimos el Premio a los Grandes Maestros del Patrimonio Artesanal de México y el Premio Estatal Anual al Fomento a las Artesanías. Además, conseguimo­s becas para adolescent­es creadores. Pero vivir sólo de la música, no es posible, de 100 tocadas sólo nos pagan 10”, dice Julio César, quien decidió estudiar gestión y administra­ción, pues sólo así, mediante una cultura colectiva, dice, podrán sible subsistir ante la inacción gubernamen­tal. “Por la voluntad de Dios, nuestro centro cultural cayó aquí, en uno de los lugares más pobres de Tlacotalpa­n. Y aquí seguiremos”.

JULIO CÉSAR CORRO LARA JARANERO Y PROMOTOR “La música suple carencias y fomenta la convivenci­a”

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CORTESÍA: JULIO CÉSAR CORRO LARA a cada niño participan­te en sus talleres
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