Paz en jaque
Y SIN EMBARGO SE MUEVE
Así, la paz responsablemente propuesta por México, por la República de Irlanda, y por el propio Papa Francisco, fue puesta en jaque mate ante la jugada legislativa que escala la calificación del régimen ruso de ‘agresor’ a ‘terrorista’, definido este último por el Papa Wojtyla como “auténtico crimen contra la humanidad”
“El terrorismo nace del odio, se basa en el desprecio de la vida del hombre y es un auténtico crimen contra la humanidad”.
Juan Pablo II
La crispación bélica de los últimos días en las regiones anexadas por la Federación Rusa a Ucrania, nutrieron tensiones y alimentaron posturas combativas en el seno de la sesión otoñal de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa que se desarrolló del 10 al 14 de octubre en Estrasburgo.
Pese a las profundas reflexiones del Presidente de Irlanda, Michael Higgins, al abordar la expulsión de la Federación de Rusia propuso que para la reconstrucción de la paz en la región los integrantes del Consejo de Europa deben brindar “una respuesta que reafirme la fuerza y eficacia de los instrumentos de que dispone”, es decir, reforzar los valores y principios democráticos a favor de los derechos humanos y del imperio de la ley que al final de la II Guerra Mundial dieron vida a este órgano multilateral.
El sabio dirigente irlandés manifestó su profunda convicción en concentrar los esfuerzos para entender la indivisilidad de los Derechos Humanos en todas sus dimensiones, y afirmó que la expulsión de un gobierno no puede significar el privar de órganos que defiendan los derechos humanos a sus habitantes, al tiempo de urgir a los representantes de los 46 órganos legislativos de igual número de países integrantes del Consejo a “constituir una etapa europea hacia una concepción universal de la seguridad basada en los derechos humanos”, propuesta que abrió la expectativa de generar alternativas de paz en la región y el compromiso de asumir los derechos humanos como derechos comunes a todos los integrantes de la humanidad.
En contraste, el Primer Ministro de Albania, Edi Rama, cimbró desde lo más profundo a los parlamentarios e integrantes del Consejo de Europa al formular una de las acusaciones más severas de los últimos tiempos en contra del régimen de Vladimir Putin, pues afirmó que desde el Kremlin se forjó una conjura contra el auténtico espíritu libertario de los pueblos kosovar y albanés, a quienes se acusó y juzgó de trata de personas y tráfico de órganos humanos sin haber acreditado uno solo de los delitos imputados por aliados de Moscú.
La crudeza de sus argumentos y las claras referencias a las acciones emprendidas en esa época por el Consejo de Europa en contra de Kosovo y de la propia Albania, tensaron el ambiente de la comparecencia al grado de que algunos portavoces partidarios elevaron el tono en contra del albanés, quien en todo momento expresó que su intención no era juzgar y condenar, sino alertar y prevenir que una vez más el régimen de Putin puede aplicar sobre el pueblo ucraniano una estrategia similar para desarticular la defensa territorial que legítimamente enfrenta el presidente Zelensky.
Lo controvertido del mensaje diluyó el asertivo y provocador mensaje y la ruta propuesta por el presidente irlandés, y exaltó el ánimo bélico que ha motivado a varios legisladores a exigir reacciones contundentes ante las actitudes y hechos registrados recientemente en los frentes de batalla.
Ante ese caldeado espíritu de la Asamblea Parlamentaria, la intervención virtual del presidente de Ucrania, Vlodomyr Zelensky, reconoció que el conflicto provocó la unidad de una Europa de valores más fuerte que nunca, a la que convocó a “concentrarse sobre todo aquello que es necesario para no dejar a los terroristas rusos destruir nuestras vidas”, frase que caló tan hondo en el ánimo del auditorio que provocó la modificación del proyecto de resolución a través del cual la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa declaraba ilegales los recientes procesos de referenda que sustentaron la “reintegración” de regiones ucranianas a la Federación Rusa, condenando la anexión simulada por un Estado agresor y exigiendo su devolución al territorio de Ucrania, así como la suspensión inmediata de todo tipo de agresiones, requisito que al calor del debate se determinó dirigir no a un estado agresor sino a un régimen terrorista, lo que acotará aún más el margen de la solución pacífica del conflicto, pues abre un resquicio por el cual los Estados Unidos de América podrían invocar la aplicación de su política antiterrorista, con todo lo que ello implica.
Así, la paz responsablemente propuesta por México, por la República de Irlanda, y por el propio Papa Francisco, fue puesta en jaque mate ante la jugada legislativa que escala la calificación del régimen ruso de ‘agresor’ a ‘terrorista’, definido este último por el Papa Wojtyla como “auténtico crimen contra la humanidad”. Humanidad a la que, por cierto, el presidente Higgins propone salvar a través de la profunda transformación del Consejo de Europa, con la universalización de los derechos y valores que le dieron origen.