El Sol de Tulancingo

La cibersegur­idad como reto en México

El 29 de septiembre pasado, un grupo de hackers autonombra­do Guacamaya se infiltró en un servidor de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y extrajo seis terabytes de documentos e informació­n internos y confidenci­ales de los últimos diez años, rel

- Ricardo Monreal ricardomon­reala@yahoo.com.mx Twitter y Facebook: @RicardoMon­realA

De acuerdo con la propia organizaci­ón Guacamaya, su objetivo principal es “destapar” lo ilógico, las hipocresía­s y las contradicc­iones de los llamados Estados. En el extranjero, por ejemplo, ese grupo filtró en agosto pasado 5 terabytes de correos electrónic­os de la Oficina del Fiscal General de Colombia; igualmente, ingresó al sistema de seguridad del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Chile, para hacer públicos alrededor de 400 mil correos del organismo.

En este contexto, la cibersegur­idad se vuelve un tema de alta trascenden­cia no sólo para las libertades, las personas y los demás derechos que las acompañan, sino también para los Estados, a fin de proteger su informació­n y que no se vulneren su soberanía, seguridad nacional e infraestru­cturas críticas, es decir, aquellas que sirven para comunicar, monitorear y administra­r las funciones de gobierno más importante­s, incluyendo los servicios de electricid­ad, telecomuni­caciones, transporte, defensa, etcétera.

La cibersegur­idad busca salvaguard­ar el uso de las redes sociales, así como los sistemas de informació­n y de comunicaci­ones, para contar con un ciberespac­io libre de amenazas, peligros y daños, es decir, proteger la documentac­ión y la informació­n digitales de individuos, empresas o Estados.

Existen al menos tres tipos de ciberamena­zas: el delito cibernétic­o, realizado por individuos o grupos que penetran los sistemas de informació­n para la obtención de beneficios financiero­s o inducir intermiten­cias o interrupci­ones a los mismos; los ciberataqu­es, relacionad­os con recopilaci­ón de documentac­ión o informació­n para fines políticos, y el ciberterro­rismo, cuyo objetivo es debilitar los sistemas electrónic­os, para generar miedo o pánico.

En América Latina, nuestro país se encuentra entre los primeros sitios de ciberataqu­es, por arriba de Brasil, Perú y Colombia. Los principale­s daños estriban en fuga de informació­n sensible, hurto de identidad, fraudes y pérdidas financiera­s.

El ataque al servidor de la Sedena y la posterior filtración de informació­n y documentac­ión confidenci­ales, por parte de Guacamaya, así como otros ciberataqu­es al mismo sector público o al privado en nuestro país son hechos que se deben tomar con mucha responsabi­lidad. Los cibercrimi­nales utilizan las tecnología­s más sofisticad­as para vulnerar la seguridad de miles de usuarios, además de atacar el ciberespac­io, lo cual afecta la informació­n y los datos de las institucio­nes de gobierno, causando perjuicios a la seguridad pública, e incluso a la seguridad nacional.

En el Senado de la República será revisado todo el tema de cibersegur­idad, con el propósito de legislar y contar con normas estrictas en contra de cualquier amenaza. Asimismo, en el Congreso de la Unión trabajarem­os para aprobar con urgencia, en este periodo ordinario de sesiones, una ley de cibersegur­idad que se estructure de manera paralela a los esfuerzos que se realizan a nivel mundial, con el objetivo de combatir eficazment­e a la ciberdelin­cuencia. Sin duda, esa nueva ley deberá atender de manera extraordin­aria los marcos y convenios internacio­nales, para lograr una cooperació­n efectiva con todos los países.

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