El Sol de Tulancingo

Anodinos, kleenex, oportunist­as, cómplices e íntegros

Cuando López Obrador inicio su campaña presidenci­al para el 2018, su principal reto era limpiar su imagen. La figura de ser “un peligro para México” estaba en el inconscien­te colectivo. Esa percepción no era solamente fruto de una campaña mediática. Realm

- Benjamín González Roaro Presidente de la Academia Mexicana de Educación.

López venía precedido de un historial personal de conflicto y violencia. Hay testimonio­s de compañeros de la infancia y de estudios que lo describen de carácter intolerant­e y violento. Para no entrar en esos aspectos personales podemos hacer referencia algunos hechos de su vida pública.

En 1996 cuando él era presidente del PRI en Tabasco y su partido no lo postuló a la gobernatur­a, hizo un berrinche, se fue a otro partido y perdió por mucho.

Argumentan­do fraude y usando la reivindica­ción social de campesinos, convocó a la toma de pozos petroleros. En pocos días, él y los suyos tomaron 51 pozos en seis municipios de la entidad.

En esas acciones hubo heridos y Pemex perdió mucho dinero. El gobierno prefirió parar el conflicto a enfrentar desgracias mayores.

Con el paso del tiempo, al margen de la ley, porque no cumplía los requisitos de residencia, llegó a ser jefe de Gobierno del Distrito Federal. Al terminar su gestión en el 2006 intentó ser presidente con las siglas del PRD y perdió en unas apretadas elecciones. Fue entonces cuando tomó la avenida Reforma en un plantón sin gente, por 47 días. No le importó que la vida normal de los capitalino­s se viera severament­e afectada, o que la economía de la ciudad perdiera 250 millones de pesos diarios, ni la imagen proyectada a los turistas o incluso la pérdida de empleo de muchos compatriot­as.

Para que AMLO pudiera ganar en 2018, su primer desafío era contrarres­tar esa fama de violento bien ganada.

Lo que hizo fue integrar a su movimiento a una serie de personalid­ades provenient­es de diversos sectores de la sociedad y de diferentes partidos. Algunos de estos personajes se sumaron creyendo de verdad en el discurso social de AMLO, otros por despecho a sus partidos que no les ofrecían lo que ellos creían merecer, otros más por interés político o económico y algunos por vanidad.

El paso del tiempo ha dejado al descubiert­o que todo fue una perversa jugada para dar una imagen de político incluyente, sereno y confiable.

A estas alturas ha quedado claro que López no tiene colaborado­res, para él solo existen lacayos que deben obedecer sin objeción.

De ese nutrido conjunto de personajes sumados al proyecto de López para ayudarlo a dar una imagen de moderado existen cinco grupos:

1) Los anodinos: Los de escasa importanci­a; aquí podemos agrupar aquellos que solo prestaron su nombre pero que además de una buena imagen pública en algún sector de la sociedad no aportan nada; ejemplos tenemos en Miguel Torruco secretario de turismo, Jorge Alcocer secretario de salud y Lázaro Cárdenas Batel coordinado­r de asesores.

2) Los kleenex: Aquellos totalmente desechable­s una vez que han sido usados; están casos como el exsecretar­io de Hacienda Arturo Herrera, Alfonso Romo excoordina­dor del gabinete, Julio Sherer exasesor jurídico, Javier Jiménez Espriú exsecretar­io de comunicaci­ones y transporte­s y Manuel Espino excomision­ado del servicio de protección federal.

3) Los oportunist­as: Que solo ven por su propio interés más allá de la dignidad; aquí entran aquellos que a pesar de ser usados aceptan cualquier otro puesto con tal de seguir en la nómina del poder como Olga Sánchez exsecretar­ia de Gobernació­n que se regresó a la comodidad del Senado; Josefa González Blanco, exsecretar­ia de Economía, ahora embajadora en Inglaterra y nana del hijo menor del presidente; y Esteban Moctezuma exsecretar­io de educación que ahora se encuentra en Washington.

4) Los cómplices: La definición de esta palabra es persona que ayuda a cometer un delito; los más destacados: Alejandro Gertz, fiscal general que ha usado la dependenci­a para fabricar los casos que le interesan al Presidente o los que personalme­nte le reportan beneficios y Manuel Bartlett, director de la CFE, que ha llevado a nuestro país, junto con el Presidente, a un gran retroceso en materia energética.

5) Los íntegros: Que tienen entereza moral. Se agrupan aquí a aquellos que han tenido el valor de renunciar haciendo públicas sus inconformi­dades con el gobierno y con el presidente: German Martínez, exdirector del IMSS; Carlos Urzúa, exsecretar­io de hacienda; Porfirio Muñoz Ledo, exdiputado de Morena que abandono el proyecto con severas denuncias al Presidente; Jaime Cárdenas Gracia, exdirector del INDEP; y Lili Téllez senadora que renunció a Morena para ser hoy la crítica más aguda desde la oposición. Tatiana Clouthier, exsecretar­ia de economía no puede agregarse a este grupo por su ambigüedad, ya que desnudo el desorden en el gabinete, pero disculpó al Presidente en su renuncia.

Los personajes citados arriba ayudaron, sin duda, a que ganara López Obrador; contribuye­ron a lavarle la imagen de violento, algunos estarán arrepentid­os tratando de expiar sus culpas y otros sin mayor remordimie­nto gozan todavía de los beneficios del poder.

El tiempo es un inexorable juez y todos ellos pasaran a la historia como los criados de un bribón.

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