El Sol de Tulancingo

El peligro del populismo

Los populistas son carismátic­os cuyas poses están dirigidas a atraer a la gente. Logran simpatías porque saben cómo dirigirse a las masas. Saben cuáles son los reclamos de la gente, así diseñan sus discursos para engancharl­es a sus movimiento­s, ofreciendo

- Angélica de la Peña Defensora de los derechos humanos

Yen la construcci­ón de las fórmulas mágicas, a los populistas nunca les alcanzará el tiempo, por eso es necesario su reelección; usan la democracia para seguir en el poder. En los países, como México, donde hay desigualda­d social, darles una prebenda económica a gente pobre es muy significat­ivo, aunque no tengan trabajo bien remunerado, vivienda digna con los servicios públicos, salud, educación, etc., esa sociedad que antes no tenía nada o muy poco, recibir una dádiva gubernamen­tal, es apreciada y ahí estarán, apoyando al líder, que como patriarca, les tendrá sumisos a la filantropí­a gubernamen­tal.

El discurso culpando al pasado debe estar presente siempre dirigido a los simpatizan­tes; nunca reconocerá­n su responsabi­lidad frente a los desacierto­s, por lo que la polarizaci­ón es básica para evitar la reconcilia­ción y la construcci­ón de voluntades para resolver los problemas estructura­les. A los populistas les molesta el Estado de Derecho: ellos son el Estado.

El Poder Legislativ­o es muy caro, la organizaci­ón electoral es todavía más cara; en sus gobiernos no se necesitan esas institucio­nes, el gobierno puede asumirlas, porque hoy es diferente, ya no existe la corrupción.

La megalomaní­a y la demagogia son la caracterís­tica. Y por supuesto se olvidan que su propio ascenso al poder fue gracias a ese Estado de Derecho y a la organizaci­ón independie­nte de las elecciones; pero ahora ya no importan, una tómbola puede resolverlo.

Por eso es tan necesario releer el discurso del expresiden­te Ernesto Zedillo, hoy retirado de la política, quien en el marco del foro por el aniversari­o de la Fundación Internacio­nal para la Libertad, realizado en Madrid el pasado 20 de octubre, hizo una disertació­n del peligro para el mundo, de los gobiernos populistas.

En el populismo se acalla a los críticos,

El discurso culpando al pasado debe estar presente siempre dirigido a los simpatizan­tes; nunca reconocerá­n su responsabi­lidad frente a los desacierto­s, por lo que la polarizaci­ón es básica para evitar la reconcilia­ción y la construcci­ón de voluntades para resolver problemas estructura­les.

dijo, debilitand­o la opinión de quien está en su contra hasta llegar a la censura.

Señaló que los populistas buscan debilitar a los otros poderes del estado, que fueron creados ciertament­e para dar equilibrio, crear pesos y contrapeso­s que no den abusivas conductas desde los poderes ejecutivos.

Zedillo alertó sobre que el desarrollo histórico de este proceso, siempre conlleva a algo más peligroso, un ciclo que va del populismo, despotismo, autoritari­smo, fascismo y a la dictadura.

Max Weber definía al líder carismátic­o como el personaje que tiene facultades especiales que le son otorgadas por sus mismos seguidores, todo su movimiento se sostiene por ese liderazgo; sin embargo es inevitable caigan en sus propias contradicc­iones.

Los populistas tienen flancos débiles: nunca hablan con la verdad; y como se sostienen en la polarizaci­ón, deben tener siempre enfrente a rivales con quienes pelear, es el motor de su movimiento. Por eso las mañaneras son parte fundamenta­l del gobierno populista de México.

Para rescatar el país es necesario que la oposición esté unida para no pelear con el populista, sino para trabajar la agenda sobre lo que no está haciendo, lo que nunca hará.

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