El glorioso Ejército Mexicano
Por lo menos enumeraré tres actividades sustanciales que en el artículo 29 de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal señala como correspondiente a la Secretaría de la Defensa Nacional como misión legal en favor de los mexicanos: manejar el a
Ello sin mencionar que su historia se remonta a más de un siglo de acontecimientos políticos, sociales y económicos que la han hecho evolucionar en cuanto a su visión y participación en el ejercicio del servicio público. El Ejército, como institución fundamental de México, donde se le distingue por su orden y disciplina, no podrían realizar actividad alguna sin que la legislación vigente se los ordene, ya que no solamente son obedientes a su institución, sino que conocen sobre las atribuciones y facultades que les otorga la legislación y no más allá.
El hecho de que en la discusión democrática y parlamentaria se impute al general Luis Crescencio Sandoval, secretario de la Defensa Nacional, la responsabilidad de las iniciativas de reforma constitucional, además de injusto, reprocharle es infantil y cobarde. El secretario de la Defensa Nacional no es legislador, es un militar con más de cuatro décadas de formación profesional, él no decide qué se debe reformar ni tampoco el detalle del texto normativo, como militar y servidor público tiene la obligación de obedecer la normatividad vigente.
Las expresiones de varios Senadores de la República de oposición, principalmente identificados con el Partido Acción Nacional, son hipócritas, pues precisamente en sus sexenios fue que se desató la llamada “guerra contra el narcotráfico”, donde en vez de fortalecer a las policías estatales y municipales hace más de veinte años, sacaron al ejército, iniciando así la hecatombe convertida en una crisis de seguridad, por lo que simplemente dichas manifestaciones son, como siempre, mucho ruido y pocas nueces, buscan el reflector ante la ausencia de argumentos.
Debemos de seguir fortaleciendo al Ejército y a las instituciones que nos protegen, y nunca más permitir el espectáculo denostativo.