México empobrecido
Los 127.8 millones de habitantes del país dependen económicamente de 56.2 millones, tomando en cuenta los poco más de tres millones de desempleados que había al segundo trimestre de 2022.
Esa fuerza de trabajo, equivalente al 44 por ciento de la población total, sostiene también, vía impuestos, a los tres órdenes de gobierno, aunque muy precariamente, pues está compuesta en su mayoría por personas en pobreza salarial, y sus filas se engrosan día a día. De ahí el déficit de las finanzas y la necesidad de endeudamiento público.
Para 33 por ciento de ellas y ellos, unos 19 millones, es un lujo pagar una canasta básica que alimente a cuatro personas, cuyo costo mensual es de 4 mil 860 pesos, el 93 por ciento de un salario mínimo.
Estamos hablando de que el 65 por ciento de los mexicanos que constituyen la fuerza de trabajo percibe menos de los 11 mil 290 pesos mensuales que el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social ha fijado para dejar de estar en pobreza salarial. Todos éstos son datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Inegi. Ni de los otros ni de nosotros. Solo hicimos algunas operaciones matemáticas que evidencian un enorme y creciente rezago salarial, un empobrecimiento gradual y sostenido, sobre todo a partir de la pandemia.
Ni el alarmante rezago salarial ni el empobrecimiento gradual de los mexicanos van a subsanarse con pensiones ni con decretos que aumenten el salario mínimo, sin que habilitemos a los empleadores para pagarlos. Antes bien, puede empeorar la situación. Tampoco lo harán las magnas obras insignia, pues la inversión en infraestructura estratégica debe hacerse en todos los estados.
Por eso el PRI presentará en la discusión del Presupuesto de Egresos 2023 alternativas que le retornen a los mexicanos las partidas presupuestales que tenían para mejorar sus perspectivas de vida, que han sido canceladas o drásticamente reducidas, para llevar recursos hacia la fórmula empobrecedora del asistencialismo.