El Sol de Tulancingo

Ha fallado a nivel global la política climática

Cuatro estrategia­s son fundamenta­les para avanzar en la atención de la emergencia y poder reducir las emisiones de CO2 mundiales

- *Coordinado­ra General del Grupo de Financiami­ento Climático para América y el Caribe (GFLAC) SANDRA GUZMÁN*

La 27a Conferenci­a de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) arrancó en Sharm El Sheikh, Egipto, y se celebrará del 6 al 18 de noviembre. La COP 27 representa un paso más hacia el cumplimien­to del Acuerdo de París, y la gran pregunta es ¿qué está en juego y/o qué determinar­á el éxito de la conferenci­a?

Recordemos primero que el libro de reglas del Acuerdo de París fue completado en la COP26, esto quiere decir que las reglas del juego están establecid­as, y ahora pasamos a la fase de implementa­ción acelerada para cumplir con los objetivos plasmados en el Acuerdo.

La implementa­ción depende de muchas cosas, pero una de las piezas fundamenta­les son las Contribuci­ones Nacionalme­nte Determinad­as (NDCs, por su nombre en inglés). Las NDCs son las medidas que los países han establecid­o para dar cumplimien­to al Acuerdo. Si bien otros instrument­os como las Políticas Nacionales de Adaptación son importante­s, las NDCs son las que, en teoría, reflejan los compromiso­s adquiridos.

No obstante, y de acuerdo con el último informe del Programa de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente (PNUD, 2022), las NDCs actuales no alcanzan para cumplir con el objetivo de reducir las emisiones y evitar un aumento de más de 1.5°C de temperatur­a planetaria. Las emisiones actuales posicionan al mundo en una trayectori­a de un aumento de más de 2°C. En realidad nos lleva a un escenario de cerca de 3°C. Esto lo sabíamos en 2020 y, sin embargo, lejos de aumentar la ambición vimos un escenario de retroceso.

La guerra de Rusia contra Ucrania trajo muchas preguntas sobre el futuro del sector de los combustibl­es fósiles, pero los países reactivaro­n y aceleraron sus inversione­s en la producción de más combustibl­es. Sí, es como si un enfermo terminal de cáncer de pulmón se comprara y fumara una cajetilla de cigarros al día.

Entonces, llegamos a la COP27 con una fallida política climática a nivel global. Y es que las políticas no reflejan lo que ha sugerido la ciencia. Pero el fracaso político y del sector financiero no puede frenarnos como ciudadanía, debe llevarnos a cambiar radicalmen­te el escenario.

En la COP 27 hay al menos cuatro cosas en juego:

1. Pérdidas y daños como muestra de la respuesta tardía. Ante la pésima capacidad de mitigar los gases de efecto invernader­o, los eventos hidrometeo­rológicos siguen avanzando y con ellos más pérdidas y daños, muchos de ellos irreversib­les. Por ello países en desarrollo piden que en la COP27 se acuerde la creación de una facilidad financiera para atender estas pérdidas y daños, lo cual es clave,

2. Financiami­ento basado en necesidade­s. El compromiso de movilizar 100 mil millones de dólares de manera anual a partir de 2020 no sólo no se ha cumplido, sino que es insuficien­te. Con datos de países en desarrollo, se estima que se necesitan 5.8 trillones de dólares para implementa­r las NDCs hacia 2030, un promedio de 589 mil millones de dólares anuales.

Si embargo, el problema no es sólo la falta de una estimación fehaciente, sino que los flujos de financiami­ento que circulan, al menos de países desarrolla­dos a países en desarrollo, sólo representa­n el 13 por ciento de lo que se requiere. Por ello, un aspecto fundamenta­l es que la nueva meta colectiva y cuantifica­ble de financiami­ento debe estar basada en las necesidade­s de países en desarrollo y realmente lograr una transforma­ción en cómo se otorga el financiami­ento.

3. La adaptación al mismo nivel de importanci­a que la mitigación. Desde la creación de la CMNUCC, la adaptación ha sido uno de los ejes menos atendidos desde la visión de política y financiami­ento. Se pensaba que enfocar esfuerzos en la mitigación ayudaría a aminorar las necesidade­s de adaptación. Sin embargo, los países fallaron tanto en reducir emisiones como en reducir la vulnerabil­idad.

La meta de adaptación es un tema central en la discusión y su cumplimien­to depende de muchas cosas, pero una de las más importante­s es el financiami­ento. Menos del 10 por ciento de este va a la adaptación a nivel global (CPF, 2022). Esto debe cambiar. Los países desarrolla­dos se comprometi­eron a duplicar el financiami­ento para adaptación hacia el 2024, pero es insuficien­te. Requiere al menos aumentar diez veces para lograr un balance. Sin ese financiami­ento para la adaptación estaremos peor preparados para la crisis y habrá más pérdidas y daños.

4. La meta de reducción de emisiones y del 1.5°C no debe claudicar. Reducir las emisiones en 45 por ciento hacia el 2030 es una meta que parece alejarse de la realidad global. Sin embargo, los países no deben claudicar en ella. Se claudicó en la meta de estabiliza­r las emisiones en 350 partes por millón, ahora sólo quedó como nombre de una organizaci­ón internacio­nal. Pero la meta del 1.5°C no debe dejarse de lado y para ello es fundamenta­l insistir en la salida de los subsidios a los combustibl­es fósiles y en la reducción acelerada de las emisiones de metano. Esto último no puede quedar en un acuerdo voluntario como ahora, debe quedar plasmado en el texto final alcanzado en la COP27.

Estas cuatro piezas son claves para avanzar en la atención de la emergencia climática. Por supuesto que hay otros aspectos transversa­les que se deben cuidar, como el empeoramie­nto climático, la agenda de género y derechos humanos, así como la transparen­cia. Todos ellos deben fortalecer­se de manera paralela.

Si la comunidad política ya falló, hay que cobrarlo con creces. Pero la comunidad científica y social no deben ceder.

Llegamos a la COP27 con una fallida política climática a nivel global, que no refleja lo que ha sugerido la ciencia

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico