En riesgo la seguridad alimentaria
Existen varios métodos que se utilizan en todo el mundo para el control de plagas, enfermedades y malezas: existe el control químico; el control biológico, así como el manual, y dependerá de muchos factores el definir cuál o cuáles métodos son los más adecuados para que no se vean afectados los rendimientos de los cultivos.
La industria de plaguicidas es una de las más reguladas en el mundo; para que un producto para la protección de cultivos salga al mercado y pueda ser utilizado, pasan años de ensayos y procesos experimentales, pruebas de laboratorios y de campo; no sólo para determinar la efectividad de este producto, sino también pruebas toxicológicas para garantizar el cuidado de la salud y del medio ambiente en donde se utilice; son como las medicinas que se utilizan para la salud humana y que, en este caso, es para la salud y sanidad de las plantas.
Los plaguicidas, al igual que las medicinas, utilizándolos de manera adecuada y correcta, no tienen porque ocasionar daños a la salud, ni al medio ambiente; sino, todo lo contrario, contribuyen a tener mayores y mejores cosechas para la alimentación de toda la población.
Los consumidores deben saber y estar informados que los insumos que se utilizan de manera adecuada, y según las especificaciones y recomendaciones para la producción de cultivos, no cuentan con residuos que puedan dañar a la salud; además de esto, la innovación tecnológica y el desarrollo de nuevos productos que van saliendo al mercado, son mucho más amigables con el ambiente y el entorno.
Sería un grave error el prohibir plaguicidas que son utilizados bajo regulación en todo el mundo; menos bajo un supuesto de principio precautorio; las decisiones tienen que estar basadas 100 por ciento en ciencia y no en tratar de imponer ideologías; esto no corresponde a un país libre y soberano. Si dejamos de producir alimentos en México, dependeremos más y más de las importaciones de productos básicos de otros países que sí utilizan los plaguicidas, lo cual sería una total incongruencia, cuya consecuencia sería acabar con la planta productiva nacional y aumentar la dependencia alimentaria, misma que sigue avanzando paulatinamente.