Una vez más: los ratones verdes
Ni las villanías de López de Santa Anna ni la remota posibilidad de permanecer en la oscuridad astral hubieran sido peores que la humillante derrota, hace varios años, de la Selección mexicana de futbol ante Chile, por un desastroso marcador que prefiero no reescribir, y además, las derrotas de hace unos días antes los Estados Unidos y el Canadá. Puedo decir que la Patria no se salvó.
En algún editorial anterior hice mención de la importancia sin medida que el futbol tiene para nuestros pueblos. A pesar de que los sajones reglamentaron esta disciplina deportiva y que funciona como el pasatiempo por excelencia para los países europeos, es en nuestra latinidad donde se manifiesta como el auténtico opio del pueblo.
Dentro de los avatares que el país ha vivido en los últimos años (pandemia, guerra antinarco, inseguridad, secuestros, desempleo, pobreza extrema, devaluación, plantones, marchas, bloqueos, vandalismo, etc.) el de menor importancia es el futbol, que también tiene lo suyo.
Es la tragedia del futbol mexicano. Ese futbol mexicano del que todo el mundo habla y que es el alimento espiritual del pueblo y a la vez es su karma, su pasión, su desahogo. Ese futbol, deporte de multitudes que paraliza las actividades y que produce manifestaciones de júbilo o de desasosiego. Ese futbol que para de cabeza a los habitantes de cualquier país que se precie de practicarlo con buen tino. Ese futbol que llena las páginas de periódicos y revistas, y todas las señales de la televisión y de la radio.
En la tragedia del futbol mexicano resulta que todo el país estuvo pendiente de las mediocridades en que se vio envuelta nuestra Selección Nacional en las derrotas ante las Selecciones en Qatar. En el último encuentro, estuvieron infumables. En ambos encuentros los jugadores mexicanos estuvieron maniatados, hipnotizados por un rival que los hizo volver a sentirse “ratones verdes” (término acuñado hace más de 50 años por el periodista Manuel Seyde).
El pobre e infeliz entrenador Martino, y los directivos de la Federación tuvieron que lidiar con lo que hay.
¿Dónde estuvieron los multimillonarios jugadores y máximos exponentes de nuestro futbol que se desempeñan en Europa?
Felices, seguramente, viendo por la televisión la debacle de nuestro deporte. Para llegar al siguiente mundial, México tendrá que “trepar” para calificar.
Hoy nuestra selección sigue contando con su técnica de hace cuarenta y cinco años, técnica que ya otros entrenadores y equipos la conocen. Las estrategias son el elemento básico para conformar un equipo mundialista. Las estrategias de este equipo fueron, en su momento, excepcionales, pero ya se acabaron. Es necesario renovar técnica, jugadores y entrenador; es decir, selección nueva. Si no se hace ahora no llegaremos a nada más.
Quisiera cerrar este comentario con las palabras de René Raúl Drucker Colín 1937-2017) quien fue un prestigiado científico universitario, investigador y articulista mexicano, especializado en Fisiología y Neurobiología:
“El 4 de junio de 2009, Carolina Aranda Cruz, de 11 años, estudiante de quinto de primaria, fue invitada a dar un discurso en el World Trade Center ante cientos de pediatras y del secretario de Salud. Su discurso terminó con una frase devastadora: Pobre México nuestro, tan cerca del futbol y tan lejos de la ciencia.
“Algunos extractos de su discurso son apabullantes. Carolina dice: ¿Por qué apoyar más a los futbolistas que a los científicos? ¿Son mejores personas? ¿Producen mayor riqueza? ¿Nos divierten más? No creo, gracias a los científicos también nos divertimos, ellos inventaron las computadoras, los ipods, los simuladores. Además, salvo algunos casos, los jugadores de futbol nos hacen ver muy mal mundialmente y nuestros científicos, que nadie apoya, no. ¿Queremos un México pobre? ¡Qué les parece! Carolina le dio al clavo, y, por si fuera poco, pues tiene razón.