Adiós a las pensiones de ex presidentes, adiós a los privilegios de los políticos “Un político pobre, es un
pobre político”. La frase acuñada por Carlos Hank González sintetiza la desfachatez de clase política mexicana.
Vivir del erario ha costado millones de pesos a los mexicanos. Costo que se traduce en agravio social que debemos finiquitar. En 2017 los mexicanos tuvimos que pagar más de 44 millones de pesos de las pensiones de los ex presidentes y de sus viudas. Esta cifra millonaria es superior a los 39 millones 500 mil pesos que gasta anualmente la Comisión Estatal de Derechos Humanos en Zacatecas.
También supera con creces los 28 millones de pesos que se invierten anualmente en Protección Civil de nuestro estado o ligeramente menor al presupuesto de la Secretaría de las Mujeres que es de 48 millones.
Se gasta más en mantener a ex presidentes repudiados por los mexicanos que en la impartición de los derechos humanos, salvar vidas o atender a las necesidades de las mujeres zacatecanas.
Estas disparidades ofensivas y privilegios obscenos llegaron a su fin el pasado lunes 5 de noviembre tras la publicación de la Ley Federal de Remuneraciones de los Servidores Públicos en el Diario Oficial de la Federación. La medida entrará en vigor el 1 de enero del 2019.
En la investigación periodística de Linaloe R. Flores para Sin Embargo detalla que el 41% de los mexicanos no pudieron completar la canasta básica, mientras que Vicente Fox Quesada derrochó 12.9 millones de pesos anuales; Felipe Calderón Hinojosa, 10.1 millones; Carlos Salinas de Gortari, seis millones y Ernesto Zedillo Ponce de León, 1.6 millones de pesos.
Por su parte, Paloma Cordero, viuda de Miguel de la Madrid y la actriz Sasha Montenegro, viuda de José López Portillo, gastaron 1.9 millones de pesos.
Los privilegios también llegaron a su fin en el Senado de la República. Se disminuye el 50% de la asignación a grupos parlamentarios, 30% a los techos presupuestales en apoyos técnicos a senadores, 30% de presupuesto a grupos parlamentarios y órgano, reducción de viajes internacionales.
Además, se descarta el pago de celulares, eliminación de gastos médicos, 40 días de aguinaldo, tarjetas de gasolina, retiro de personal para vehículos oficiales, entre otros excesos.
Históricamente el dispendio de la clase política ha ofendido a los mexicanos. Llegó el momento de iniciar una nueva cultura donde la sociedad esté en primera fila y el servidor público, con salarios más acordes a nuestra realidad, tenga un desempeño más ético y noble compromiso social.
El enojo colectivo frente a servidores públicos que ostentan una vida de derroche está llegando a su fin de manera paulatina.
México quiere gobiernos honestos y comprometidos, no políticos ricos y soberbios.