René Galindo Solís
México recuerda en estos días, el 208 aniversario del inicio de la Guerra de Independencia, que lo separó once años después de la Monarquía Española. Las fechas clave de las celebraciones anuales serán este sábado 15 y domingo 16, del mes de septiembre qu
Las “Fiestas Patrias”, como se les denomina, estarán en su apogeo, no sólo en el territorio nacional, pues se extienden, en países en donde millones de compatriotas, compartirán el nostálgico sentimiento de la mexicanidad, especialmente en los Estados Unidos, pero también en otros puntos del planeta.
¡El “grito” de Viva México!, ¡Viva la Independencia”, se repetirá estentóreamente, en los balcones de los edificios de gobierno, que siguen llamándolos – palacios- como inercia del pasado- ante multitudes congregadas en las plazas públicas de todas las ciudades y aún en pequeños poblados, en escenarios más sencillos!
Yo diría también que ¡Viva México!, que ¡Viva la Independencia!, porque como dice la auténtica periodista Cristina Pacheco, “aquí vivimos; esta es la tierra en que nos tocó nacer” y en la que a pesar de los avatares, su cuota de infaltables problemas y grandes desigualdades, y un México que seguimos amando, en espera de mejores horizontes, para nosotros y las nuevas generaciones.
En cuanto a la “independencia” que festejamos en México, desde que se estableció el pacto del armisticio de 1821, entre el monárquico español Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero, con un respiro a las actividades bélicas, esa decisión no cambió mucho el concepto, pues al igual que en los meses o años siguientes, las guerras, supuestamente libertadoras, en la ahora. llamada Latinoamérica la mayoría de las naciones proclamaron el fin de los virreinatos hispanos.
Pero fue mucho en el papel y no en los hechos, -pues independientes, independientes-, no somos menos ahora. Otro poco de historia.
En 1810, sólo habían transcurrido 21 años desde que el inicio de la revolución del 14 de Julio de 1789 en Francia, marcó el principio del fin de la mayoría de las monarquías en Europa y el ocaso de los “reinos” medievales, que fueron sustituidos por monarquías republicanas, repúblicas y “protectorados” que disimularon falazmente el dominio de estos territorios.
El parte aguas histórico francés,
cundió como “reguero de pólvora” en los países recién colonizados, especialmente en los de Latinoamérica y México no fue la excepción. Pero ese cambio mundial de sistemas de gobierno, económicos, sociales, de culturas (y porque no de ideologías) fue ignorado, mal adaptado y mal adoptado -que es diferente- aunque con los mismos resultados negativos, pues la dependencia siguió igual o peor con las potencias y metrópolis.
Por eso relacionar todos estos factores históricos con la globalización no es una incongruencia disparatada, pues tiene presencia actual, el impacto de ese fenómeno mundial, que afecta a nuestro país derivada y dependiente de los tratados y guerras comerciales en el que forzosamente estamos inmersos a conservar -esa relativa independencia económica-, en el que las amenazas veladas y reales, son la fuerza que determina esa desigualdad.
Sus efectos ya se resienten, principalmente en las plantas automotrices, en la que las modificaciones en los contenidos y partes a ensamblar se pactaron en detrimento de las subsidiarias de materiales de manufactura nacional que abastecen, a las firmas norteamericanas, japonesas, alemanas y de otros países, que concurren a la exportación de automóviles y vehículos de varios tipos al mercado de la Unión Americana, además del encarecimiento de los que se importen de esa y otras naciones.
En estas fechas, con diferencia de días las naciones de Latinoamérica, festejarán en grande en el nombre de las independencias, su libertad conseguida en el Siglo XVIII con sus respetivas revoluciones, los eventos característicos de cada país y aquí en el nuestro, con el tradicional “Grito” ante grandes concentraciones populares, con antojitos mexicanos, fiestas populares y artísticas, en bares, cantinas, cenas en merenderos, restaurantes. Salones de eventos en los hoteles, clubes sociales, en algunas colonias y fraccionamientos.
En fin, hago una observación en este caso. Según la gramática castellana, “in”, es un prefijo que expresa el valor contrario a la palabra; o carencia de ésta, a propósito de In-dependencia.