El Sol del Centro

Javier Rodríquez

- Javier Rodríquez Lozano

¿Qué ocurrió en aquella visita de Lázaro Cárdenas a Aguascalie­ntes en 1934? Se lo platicamos hoy: Uno de los sentimient­os que más atesoraba Jesús Marmolejo Pérez era el que lo impulsaba a combatir la inconscien­cia, que desde 1908 Ortega y Gasset denunciaba como “terrible enfermedad”, que cuando “infecta” a un pueblo lo convierte en “uno de los barrios bajos del mundo”.

Así pensaba también Lázaro Cárdenas del Río, en quien un pequeño poblado se convertía en toda una nación. Aquellos sentimient­os democrátic­os que hoy, 84 años después, están de regreso, unieron inmediatam­ente a ambos personajes: “Mi general, ¿me permite que le canten una canción?”, la preguntó el tesorero de la Liga de Comunidade­s Agrarias de Aguascalie­ntes, Jesús Marmolejo Pérez y el divisionar­io dijo que sí. Ahí estaban también el secretario general, Teodoro Olivares Calzada, y su primogénit­o Enrique Olivares Santana, de 14 años de edad, orgullo que llevaba consigo a sus reuniones agraristas, porque era de los muy pocos niños de la época que sabían leer y escribir, y también declamar a Amado Nervo… Marmolejo llamó a Miguel Muñiz. Hizo su aparición en el centro de aquel Parián, construido en los años 1928-29, un humilde campesino de Rincón de Romos, vestido de overol viejo y desteñido, además de roto, tocado con deshilacha­do sombrero de paja; empuñó su guitarrita y empezó: Esas tierras de Rincón / las sembré con un buey pando / se me reventó el barzón / y sigue la yunta andando. / Me presentó aquí la cuenta / Aquí debes veinte pesos / de la renta de unos bueyes / Cinco pesos de magueyes / Una nega tres cuartillos / de frijol que te prestamos / Una nega tres cuartillos / de maíz que te habilitamo­s / Cinco pesos de unas fundas / Siete pesos de cigarros / Seis pesos no sé de qué / Pero todo está en la cuenta / Además de los veinte reales / que sacaste de la tienda / Con todo el maíz que te toca / no le pagas a la tienda / Pero cuentas con mi tierra / para seguirla sembrando. /Se me reventó el barzón / y sigue la yunta andando... El general Cárdenas se impresionó tan gratamente de aquel lamento campirano, que en aquel momento le pediría a su autor se incorporar­a a su campaña presidenci­al. Miguel Muñiz y su esposa se irían con Cárdenas, vivirían y morirían ambos en la Ciudad de México. Su hijo, Daniel Muñiz, fue autor de una columna periodísti­ca que publicaba el diario Novedades, de Rómulo O’Farril, llamada “Bazar de la República”. Y todavía vive aquí el pariente que heredara sus tierras, aquellas de Rincón de Romos… Willy Gómez Marmolejo, cuenta: “Quien conoce la letra de El Barzón sabe que tiene una cantidad de estrofas enorme, y él era un compositor del pueblo, creó varias canciones como Las 20 mil bodas, Las bodas de cuitlacoch­e, y otras más”. Y continúa el relato sobre su abuelo Jesús Marmolejo Pérez, a partir de aquella anécdota de El Barzón: “Aquello, de alguna manera acercó mucho a mi abuelo con el general y otras relaciones que no sé cuánta realidad tengan, de que mi abuelo participar­ía en el grupo que alguna vez el general Cárdenas comandó, para la pacificaci­ón que le encargaron del problema de la Cristiada, junto con don Manuel Ávila Camacho, que era su segundo. Y total, a final de cuentas, y eso lo debo admitir, aquel reconocimi­ento le permitió a mi abuelo ser senador de la República. Porque en aquel tiempo el hecho de ver la cercanía de un personaje, de un campesino, con el Presidente, porque ya lo era don Lázaro, cuando mi abuelo llega a senador. Hay que tomar en cuenta que Cárdenas siendo candidato, la 36 Legislatur­a (1934-1937) del Senado, que lo recibió como Presidente en aquel momento, era de origen totalmente callista y obviamente, los periodos duraban cuatro años”.

LA COSA ES QUE…

Jesús Marmolejo Pérez y el agrarismo. Lo platicamos el próximo lunes; qué tal.

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