La capirotada y su historia en los hogares mexicanos
Este platillo típico de Cuaresma es uno de los que más variantes en sus ingredientes
La Cuaresma ha llegado a su fin y así comienza la Semana Santa, que ofrece, además de un tiempo de introspección para la comunidad creyente, una variedad de manjares que reúnen a las familias en torno a la mesa.
Uno de los platillos favoritos de este menú temporal, es sin duda alguna, la capirotada. Y así, como a cada tradición y costumbre que caracteriza al pueblo mexicano, cada familia, estado o región del país, aporta su particular versión con distintos ingredientes y formas de prepararlo. De esta manera, se diversifican las opciones para saborear este postre, que no puede faltar en las cocinas de México.
No obstante, el origen de la capirotada no es mexicano, pues se cree que el primer antecedente de este alimento tuvo lugar en las casas de los romanos, sólo que era salado. La base era la misma, pequeñas rebanadas de pan, pero bañadas con vinagre, acompañadas de capas de queso, carne y especias.
Actualmente se conocen más de 80 recetas de capirotada en México, entre las que destacan la de piloncillo, que se acompaña de queso, cacahuate y pasas; así como la de leche, que incluye coco, nuez, grajea de colores y fresas
A la llegada de los españoles a América, se introdujeron al continente recientemente descubierto, varios platillos que era populares entre los europeos. Sin embargo, la escases de algunos de los componentes, obligó a modificar su preparación, resultando en una deliciosa variante. Incluso, se dice que para abonar a labor evangelística con los indígenas, se le doto de simbolismo religioso al alimento, siendo el pan el representante de la austeridad propia de la Cuaresma, el piloncillo recordaba la sangre de Cristo y el queso, la sábana con que se cubrió su cuerpo en el sepulcro.