POBLACIÓN AFECTADA
fue diagnosticada con dolor neuropático
ES UN problema que inicia desde la mediana edad, a partir de los 40 años, pero afecta sobre todo a adultos mayores
El especialista en dolor neuropático localizado comparte una noticia buena y otra mala. La buena es que existen medicamentos para controlarlo. Sus precios están a la par de los analgésicos usuales e incluso hay genéricos.
También se han desarrollado parches de lidocaína que sirven para calmar el dolor colocándolos sobre la zona del cuerpo afectada.
El punto es acudir con un médico que sepa elegir el tratamiento adecuado y dosificarlo, ya que algunos tienen efectos secundarios.
Hernández indica que en México son pocos los especialistas en dolor, llamados algólogos. Quizá unos 500 o 600 a lo mucho. Sin embargo, este grupo se ha dedicado a capacitar a otros doctores para que puedan tratar el mal.
“Muchos médicos pueden tratar el dolor neuropático… no solo los especialistas en dolor, también los neurólogos, los internistas, los ortopedistas y cada vez más hay médicos generales de primer contacto que saben de este diagnóstico y lo pueden tratar”, explica.
La mala noticia es que la gente desconoce que existe esta clase de dolor, la confunde con un ardor común y no busca atención médica a tiempo, sino que tiende a automedicarse con analgésicos y con antiinflamatorios que puede comprar sin receta como la aspirina, el ketorolaco o el paracetamol. “Desgraciadamente estos no sirven para tratar el tipo de dolor que estamos hablando”, advierte el experto.
Y agrega que “entre más tiempo una persona dure con dolor intenso o mal controlado, va a costar más trabajo controlarlo y revertir todas las complicaciones psicológicas, sociales y en el cuerpo”.
Ana Luisa logró ser diagnosticada a tiempo y gracias a los medicamentos las crisis se volvieron menos comunes. El dolor no se le quita por completo, pero es más tolerable.
“Yo he aprendido a vivir con pesadez en las piernas y un poco de dolor, pero lo malo es cuando te da una crisis fuerte”. En ese caso, dice, no queda más que aguantarse y aprender a vivir con ello.