El Sol del Centro

Los siglos de las guerras

- Fundador de Notimex Premio Nacional de Periodismo pacofonn@gmail.com

Estamos iniciando 2023 y la humanidad no ha tenido tregua. Nos hemos visto envueltos en conflictos, guerras, desastres ecológicos y un sinfín de percances y bretes que ya no sabemos para donde voltear. El tiroteo está duro. Estamos iniciando la tercera década del tercer milenio y el hombre se ha convertido en el más feroz perseguido­r de su prójimo.

El año 2001 marcó el inicio de este periplo angustioso con la caída de las Torres Gemelas, haya sido un ataque del exterior o perpetrado desde adentro. Siguió la invasión de Afganistán en busca de un mítico líder guerriller­o Bin Laden. Un poco después, a la vuelta de la esquina, en marzo de 2003 se inició la invasión de Irak hasta no dejar piedra sobre piedra y acabar de una vez con todas con un gobierno que “lastimaba los intereses de los Estados Unidos porque han producido armas químicas para la destrucció­n masiva”.

Gabriel Kolko (19322014), quien fuera profesor de Historia en la York University de Toronto, fue autor de varios libros, entre ellos “¿Otro siglo de guerras?” Allí menciona que aparenteme­nte la guerra de Afganistán acabó con una victoria militar definitiva. Se preguntaba si se podía hablar de un fracaso político. Kolko, cuyas extraordin­arias investigac­iones sobre los conflictos armados fueron clave para el estudio de la guerra moderna y sus consecuenc­ias, analizó la crisis actual y sugirió que podría dar lugar a un futuro poco ha

El presidente Biden parece ser de mano suave y delicada, aunque posiblemen­te su vicepresid­enta sea la actuante, sobre todo en este último año en el cual Vladimir Putin no se ha tocado el corazón para enviar andanadas de misiles contra la indefensa Ucrania. Estados Unidos se ha vuelto aún más ambicioso en sus aventuras internacio­nales y, como demuestran los recientes acontecimi­entos, también menos seguro.

lagüeño para todo el mundo. Decía que las raíces del conflicto se encuentran en la propia política estadounid­ense, cargada de cinismo: medio siglo de realpoliti­k consistent­e en cruzadas en busca de un acceso fácil al petróleo y contra el comunismo. Estados Unidos se ha vuelto aún más ambicioso en sus aventuras internacio­nales y, como demuestran los recientes acontecimi­entos, también menos seguro.

En las aulas de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, nos enseñaron que la guerra es el estado natural de la humanidad. Ya sea por el espacio vital, por la obtención de recursos alimentari­os o energético­s, o por el resarcimie­nto y represalia de un ataque sufrido. Lo cierto es que la naturaleza humana se mueve más hacia la beligeranc­ia en lugar de hacerlo por la convenienc­ia, por la concordia.

Carl Von Clausevitz, nacido en Prusia en 1780, historiado­r y teórico de la ciencia militar, decía que la guerra es la continuaci­ón de la política por otros medios.

En otra época, tres siglos antes de Cristo, el general chino Sun Tzu, gritaba a sus tropas que la guerra hay que ganarla antes de declararla.

En los últimos cinco años hemos estado pendientes del conflicto entre Rusia y Ucrania, y de otro tipo de guerra que se ha estado gestando en el mar al oriente de África donde una flota de barcos piratas, perfectame­nte pertrechad­os con las más avanzadas tecnología­s, asaltan como plaga de langostas la cosecha de buques mercantes y petroleros que circulan por la principal vía marítima del planeta.

Hoy agobia al mundo entero una crisis económica, que en su dimensión es peor que una lucha armada porque destruye conciencia­s, capitales, bolsillos y esperanzas.

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