Expropiación petrolera y soberanía energética
El 18 de marzo de 1938, se fijó un nuevo rumbo para México en el que, en un acto histórico realizado por el entonces presidente, Lázaro Cárdenas del Río, se nacionalizaron todas las empresas petroleras extranjeras que operaban en nuestro país. El resultado es lo que hoy en día todos conocemos como “La expropiación petrolera”, gracias a esto se creó Pemex, una empresa estatal que se convirtió en la única compañía que podía explotar y comercializar el petróleo en México. Este acto nacionalista fue ampliamente apoyado por los mexicanos, aunque también enfrentó resistencia de los intereses extranjeros y algunos sectores políticos nacionales.
En 2013, durante el periodo neoliberal, el entonces presidente, Enrique Peña Nieto, impulso algunas reformas constitucionales, pretendiendo engañar al pueblo de México, con la mentira de modernizar el sector energético del país y atraer inversión extranjera para mejorar la producción y explotación de los recursos energéticos, siendo el verdadero fin, privatizar y entregar los recursos energéticos del país a los extranjeros, lo que suponía acabar con la expropiación petrolera.
El pueblo no fue engañado, por este y muchos más motivos en 2018 nuestro movimiento ganó las elecciones teniendo como abanderado al que es ahora nuestro presidente, Andrés Manuel López Obrador, prometiendo desde la campaña defender y consolidar la soberanía energética, lo que desencadenó una serie de medidas para garantizar que México no dependa de otros países energéticamente.
Algunas de las medidas tomadas por nuestro presidente son el aumento de la inversión en Pemex y la CFE, reforzar la seguridad en las instalaciones y en la infraestructura energética del país para evitar el robo, reducción de importación de combustibles aumentando la producción de petróleo y gas de nuestro país, la expropiación del litio y la creación de una empresa del Estado para su explotación, la construcción de la refinería olmeca en Dos Bocas, la compra de la refinería Deer Park, el fomento a la inversión de energías limpias con el desarrollo de plantas hidroeléctricas en el país, así como la limitación del sector privado en el suministro de energía eléctrica. La oposición del gobierno han intentado demeritar y manchar las medidas que ha tomado nuestro Presidente, primero argumentaban que era imposible salvar a Pemex que era una empresa condenada al fracaso y podemos decir que después de muchos años esta empresa actualmente se encuentra generando ganancias y produciendo combustible a muy bajo costo, ya que inclusive los Estadounidenses cruzan la frontera para comprar gasolina en nuestro país porque es más barata. Nuestro país al ser soberano energéticamente ya no tiene que sufrir el chantaje de Estados Unidos o cualquier otro porque somos autosuficientes, pensemos en los países de Europa, que dependían completamente de la energía rusa, por la guerra y por otros motivos dejaron de recibir combustibles por parte de Rusia y ahora lo tiene que comprar a un sobreprecio a nuestro vecino del norte, lo que ha desencadenado una subida enorme en los costos, afectando directamente a la población, esto desencadena una crisis energética mundial de la que poco se habla en México porque verdaderamente no nos ha afectado. El amor y agradecimiento del pueblo mexicano por nuestra soberanía y por lo logrado en nuestra Cuarta Transformación materializó en la movilización del 18 de marzo pasado en el que se tiene el cálculo de medio millón de personas congregadas en el Zócalo de la Ciudad de México y calles aledañas.
Ante la multitud, Andrés Manuel López Obrador reiteró su compromiso a favor de la defensa de nuestra soberanía, en contra de cualquier gesto de intervención extranjera y de manera acertada hizo un análisis histórico e implícitamente comparativo con lo vivido por Lázaro Cárdenas con la Expropiación Petrolera y la sucesión presidencial en la que tuvo que elegir entre su maestro y amigo Francisco J. Mújica y el moderado general Manuel Ávila Camacho, quedando este último como abanderado y luego como presidente.
Expuso los riesgos de que una postura moderada y conciliadora fuera de continuidad de este proceso revolucionario, ya que eso provocó el final de esa transformación. En otro momento de su intervención fijó postura de nuestra próxima sucesión presidencial al señalar que “¡nada de zigzaguear! Sigamos anclados en nuestros principios, reafirmemos la decisión y el rumbo que hemos tomado desde que inició el gobierno. No a las medias tintas, no aceptaremos nunca que en México se imponga una minoría a costa de la humillación y el empobrecimiento de las mayorías”.