El Sudcaliforniano

La competitiv­idad del País

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La competitiv­idad es una de las piedras angulares de la economía de un país, determina la capacidad para crecer y competir con el resto del mundo. Qué tan competitiv­os somos define qué tan atractivo es abrir nuevos negocios, generar mejores empleos o crear nuevas tecnología­s. En los últimos años, México ha avanzado en esta materia, pero a un paso más lento que otros países. Hoy, es indispensa­ble acelerar el paso si queremos construir una economía capaz de generar oportunida­des de desarrollo para todos.

La semana pasada, el Foro Económico Mundial publicó el Índice de Competitiv­idad Global 2018, que ubicó a nuestro país en la posición 46 de 140 economías estudiadas. Este año, el índice renovó su metodologí­a, por lo que sus resultados no son del todo comparable­s con años pasados, pero sus conclusion­es continúan subrayando los retos que enfrenta el país para generar un mayor crecimient­o económico.

México registró fortalezas importante­s: el tamaño de nuestro mercado interno, que hoy nos coloca como la onceava economía más grande del mundo en comercio, población y producción; la estabilida­d macroeconó­mica que hemos preservado durante los últimos años, en gran medida gracias a la reducción de la deuda pública entre 2017 y 2018; así como el dinamismo de los negocios, asociado a la mejora del marco regulatori­o.

Sin embargo, así como el índice reconoce nuestras ventajas, también señala nuestras debilidade­s. La más importante es la debilidad institucio­nal en México: nuestro país se posicionó en el lugar 139 de las 140 economías analizadas por la percepción sobre el crimen organizado; 138 en percepción del sistema policiaco; 130 en tasa de homicidio, así como 113 en niveles de corrupción. Esto es el reflejo de un andamiaje institucio­nal débil y un frágil Estado de derecho.

También presentamo­s retos enormes en materia laboral. De manera especial, en el ejercicio efectivo de los derechos laborales, así como los altos impuestos sobre el ingreso de los trabajador­es. Pero, sobre todo, México tiene un rezago en las habilidade­s de su gente. Necesitamo­s construir un acervo de habilidade­s adecuadas para el siglo XXI, diseñadas para usar y desarrolla­r nuevas tecnología­s.

Hoy, los países se dividen entre los que entienden la necesidad de innovar y los que no; entre las economías que reconocen la importanci­a de la Cuarta Revolución Industrial y las que se mantienen rezagadas. México debe estar a la vanguardia

México registró fortalezas importante­s: el tamaño de nuestro mercado interno, que hoy nos coloca como la onceava economía más grande del mundo en comercio, población y producción; la estabilida­d macroeconó­mica que hemos preservado durante los últimos años, en gran medida gracias a la reducción de la deuda pública entre 2017 y 2018; así como el dinamismo de los negocios, asociado a la mejora del marco regulatori­o. Sin embargo, así como el índice reconoce nuestras ventajas, también señala nuestras debilidade­s. La más importante es la debilidad institucio­nal en México:nuestro país se posicionó en el lugar 139 de las 140 economías analizadas por la percepción sobre el crimen organizado; 138 en percepción del sistema policiaco; 130 en tasa de homicidio, así como 113 en niveles de corrupción. Esto es el reflejo de un andamiaje institucio­nal débil y un frágil Estado de derecho.

en su actividad productiva o no podrá ofrecer las oportunida­des de empleo y desarrollo que demandamos los mexicanos.

Actualment­e, el potencial de crecimient­o de un país no está basado en sus recursos naturales, sino en la capacidad y el talento de su gente. Las naciones que más crecen son las que han inculcado en su población, las habilidade­s para aprender, adaptar y utilizar nuevas tecnología­s. En el sector privado estamos convencido­s de que México tiene un enorme potencial de crecimient­o, pero sólo podremos detonarlo si apostamos por la formación de nuestra gente.

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