Rodrigo Alpízar
El neopopulismo marca la agenda con la retórica nacionalista y el neoproteccionismo en Estados Unidos. El enemigo externo “que abusa de las libertades del camino americano”, “países que se roban nuestros empleos con bajos salarios”, “naciones que reciben grandes cantidades de dinero de cooperación y asistencia humanitaria y que hacen poco o nada por sus aliados y filántropos”.
La retórica y las acciones de gobierno del presidente Trump tocan de frente con México. En la visión del mandatario estadounidense prevalece la consigna del “ajuste de cuentas”, de una corrección estratégica que se constata con mecanismos firmes de negociación.
La conclusión del T-MEC es un ejemplo claro en la construcción de esta agenda permanente que afianza las posturas del presidente Trump, le otorga un logro como negociador y aun así se mantienen las aranceles al acero y al aluminio en una negociación que corre en paralelo, y que de llegar a buenos términos, logrará acceso al mercado de Estados Unidos y Canadá mediante cuotas.
La construcción del muro es otro factor importante de la campaña permanente de Trump con una retórica que polariza mediante la estigmatización, la discriminación y el odio. La polarización construye un discurso antinmigrante y, a su vez, la recriminación política y social hacia el Congreso por no avanzar en leyes migratorias que refuercen su legalidad.
La caravana migrante agrava el panorama para México y sus autoridades, las cuales prácticamente se encuentran preparando la entrega, ante una contingencia humanitaria que rebasó sus capacidades de contención y atención.
Las respuestas del equipo de transición y del presidente electo de México han sido diferenciadas. Por un lado, el equipo financiero estableció nexos y comunicación con los mercados. Las negociaciones del T MEC fueron otro espacio de incidencia directa con un resultado favorable a los intereses de Trump, quién cierra el capítulo con la muerte virtual del TLCAN como lo prometió a su base electoral.
Otro aspecto que destaca de la oferta del equipo de transición y del que todavía se sabe poco, es el programa regional fronterizo que busca generar condiciones de desarrollo en la frontera norte con incentivos fiscales que incluyen el ISR y el IVA, además de un salario mínimo oficial diferenciado del país, en una región que prácticamente se encuentra en condiciones de pleno empleo, con rotación de personal altísima y escasa mano de obra calificada.
El programa regional para el sur sureste de México es otro frente de políticas públicas para generar condiciones de inversión y empleo en la región más rezagada de México. La lista de proyectos estratégicos es larga, pero no se visualiza todavía cómo se expresarán en el Presupuesto de Egresos de la Federación. El equipo de transición entonces visualiza una estrategia de progreso en México como amortiguador del proceso migratorio.
Mientras el presidente Trump sigue y seguirá en campaña, el futuro gobierno de México tendrá a su vez que articular su propia agenda. La agenda populista se afianzará con la contra-reforma educativa para dar más espacios de acción a los maestros, eliminar la evaluación y revisar de nueva cuenta el modelo educativo. La agenda neonacionalista se concentrará en el ámbito de los recursos naturales, en especial los hidrocarburos, donde se tienen dos frentes. El de los contratos generados por la reforma energética y el rescate de Pemex.
La construcción del muro es otro factor importante de la campaña permanente de Trump con una retórica que polariza mediante la estigmatización, la discriminación y el odio.