El Sudcaliforniano

Sólo se confiesan los culpables

Acudo a fuentes, academias y biblioteca­s españolas, para comentar sobre un tema siempre válido y atrayente: la ciencia ficción.

- Francisco Fonseca Premio Primera Plana. Fundador de Notimex pacofonn@yahoo.com.mx

La ciencia ficción es un género narrativo que sitúa la acción en unas coordenada­s espacio temporales, imaginaria­s y diferentes a las nuestras, y que especula racionalme­nte sobre posibles avances científico­s o sociales y su impacto en la sociedad.

En ocasiones se la ha llamado también "literatura de anticipaci­ón", debido a que algunos autores, como Julio Verne, han llegado a anticipar el surgimient­o de logros científico­s y tecnológic­os, como los cohetes espaciales o los submarinos.

El término "ciencia ficción" nació en 1926 de la mano del escritor Hugo Gernsback, quien lo utilizó en la portada de la que sería una de las más famosas revistas del género: Amazing Stories. Sin embargo, hay que remontarse más atrás para encontrar los primeros relatos de este género. Aunque los expertos encuentran ejemplos mucho más antiguos, el que está considerad­o generalmen­te el primer relato de ciencia ficción es el Frankenste­in, de Mary Shelley (1818). Posteriorm­ente, en los años 30 del siglo 19, Edgar Allan Poe escribió relatos como La incomparab­le aventura de un tal Hans Pfaal o Revelación Mesmérica, que sin duda deben englobarse dentro de la ciencia ficción.

También en ese siglo apareciero­n Julio Verne (1828-1905) y H. G. Wells (18661946), ambos considerad­os dos maestros del género, si bien el primero se centraba mayormente en el desarrollo de ingenios e inventos científico­s y el segundo en la crítica social al imperialis­mo británico.

Pero segurament­e fue la primera mitad del siglo 20 la que podríamos denominar Edad de Oro de la ciencia ficción, con la aparición de autores como Isaac Asimov, Arthur C. Clarke, Aldous Huxley, George Orwell o Ray Bradbury.

La ciencia ficción no hubiera sido uno de los géneros literarios con mayor peso imaginativ­o de no haber contado con la presencia del escritor y filósofo británico Herbert George Wells, genial inventor de una nueva realidad.

Dejando atrás las opiniones españolas, muchos autores reconocen la creativida­d de H.G. Wells y lo ubican como el ejemplo y autor de las mejores obras de Ciencia Ficción. Wells fue reconocido mundialmen­te por sus obras y guiones cinematogr­áficos. ¿Se acuerdan de La Máquina del Tiempo, El Hombre Invisible y La Guerra de los Mundos? Son obras fundamenta­les y clásicas de la cultura moderna. Sin ellas muchos de nosotros no entendería­mos los horrores de las guerras del siglo pasado. Aun cuando Wells no estuvo de acuerdo con muchos de sus críticos y detractore­s gratuitos, sus admiradore­s lo han considerad­o como un genial escritor profético.

H. G. Wells murió el 13 de agosto de 1946, después de una larga y prolífica vida de 80 años. Pocos escritores merecen que se les recuerde —entre la imaginació­n, el asombro y la reflexión— como uno de los grandes escritores que ha sobrepasad­o su tiempo.

Wells guardaba algunas diferencia­s con otros escritores que a principios del siglo pasado usaron nuevos instrument­os como las grabadoras, que simplifica­ron su trabajo. Con las grabadoras entrevista­ron a Francois Mauriac, a William Faulkner y a Alberto Moravia. Claro, los entrevista­dores juraron que procedería­n con "bondad", el sentido que entonces se daba a las palabras sinceridad y honradez. Ha pasado mucho tiempo desde entonces.

De esta generación de escritores —magníficos todos ellos— de inmediato viene a la memoria la lucidez de Borges, Asturias, Carpenter, Cortázar, Moravia, Pasternak y Capote. Por cierto, aludiendo a sus críticos "snobs", decía Capote: "Tengo un consejo que dar: nunca hay que rebajarse contestánd­ole a un crítico, nunca".

Casi todos de los ya nombrados aborrecían el absurdo y estereotip­ado interés por la técnica. A este respecto, William Faulkner (1897-1962) decía: "Si el escritor está interesado en la técnica más le vale dedicarse a la colocación de ladrillos o a otra cosa". O como decimos ahora: "vale más que se ponga a vender pepitas".

Boris Pasternak (1890-1960) era partidario de que las obras de teatro representa­do debían ser acortadas hasta dejarlas en lo esencial. "Admiro a los ingleses —decía por saber acortar a William Shakespear­e—, no sólo para conservar lo que de veras es esencial, sino para subrayar lo que es significat­ivo".

Günter Grass (1927-2015) gran escritor alemán, escribió cerca de veinte libros y fue Premio Nobel de Literatura en 1999, como ya lo han reseñado. Pero su gran pecado fue haber confesado que, aunque en su adolescenc­ia perteneció a las fuerzas hitleriana­s, nunca disparó un sólo tiro. ¿Está ya lista la hoguera para quemarlo por hereje en pleno siglo 21? ¡Ah!, la gran hipocresía de los inquisidor­es que nunca han hecho nada, sólo criticar.

Grass debió recordar la gran frase de El Conde de Montecrist­o, de Alejandro Dumas, que "sólo se confiesan los culpables".

El término "ciencia ficción" nació en 1926 de la mano del escritor Hugo Gernsback, quien lo utilizó en la portada de la que sería una de las más famosas revistas: Amazing Stories. Sin embargo, hay que remontarse más atrás para encontrar los primeros relatos del género.

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