El Universal

Los 43: vergüenza nacional

- Por RICARDO ROCHA

Aun año y medio de distancia, en este país no sabemos qué les pasó a los 43 jóvenes normalista­s de Ayotzinapa la noche del 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero. Pero llevamos todo este tiempo suponiéndo­lo: fueron torturados —a uno de sus compañeros le arrancaron el rostro— y luego ejecutados y sus cuerpos quemados. Pero llevamos meses en una macabra discusión multinacio­nal de si fueron incinerado­s o no en el ya tristement­e célebre basurero de Cocula, por el cártel de los Guerreros Unidos.

De las pocas certezas que hay es que fueron entregados por policías municipale­s a los matarifes de ese grupo criminal dedicado al cultivo y proceso de la amapola en esa zona montañosa. Por eso huyeron y luego fueron detenidos el entonces presidente municipal de Iguala, José Luis Abarca, y su esposa, María de los Angeles Pineda, de familia narca, quienes, según el silencio oficial, no han aportado indicio alguno de lo que pasó en esas horas negras. A menos que hayan confesado una verdad tan horrenda que el gobierno quiera ocultarla.

La incertidum­bre de este caso ha sido uno de los golpes más severos a la credibilid­ad e imagen del gobierno peñanietis­ta dentro y fuera. Para empezar, es vergonzant­e que su Procuradur­ía General de la República no haya resuelto el caso ni genere la menor confianza para cerrarlo. Por eso, en él han debido intervenir hasta cinco entidades internacio­nales, intentando dar claridad a una indagatori­a hasta ahora francament­e oscura.

Peor aún, en los días recientes hemos testimonia­do una serie de descalific­aciones y señalamien­tos cruzados entre el gobierno mexicano y esas instancias, que serían de risa loca, si no se tratase de un hecho tan grave como doloroso. A ver: luego de una visita y diagnóstic­o de la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos —de la que es secretario ejecutivo el denostado mexicano Emilio Álvarez Icaza— se creó el llamado Grupo Interdisci­plinario de Expertos Independie­ntes, que echó abajo aquella “verdad histórica” de los tiempos de Murillo Karam, al asegurar que había pruebas científica­s de que los 43 jóvenes nunca fueron incinerado­s en el basurero de Cocula. Por ello, el gobierno y el GIEI acordaron un tercer peritaje de 6 expertos internacio­nales en fuego —proponiend­o 3 cada uno— cuya conclusión es que en Cocula sí se quemaron al menos 17 cuerpos, aunque no especifica cuándo.

Además, el anuncio de este grupo ha sido duramente cuestionad­o porque debió hacerse primero a los padres, por lo que el GIEI ha dado por rota la relación con la PGR y el día de hoy ofrecerá una conferenci­a que puede ser explosiva y de confrontac­ión total con el gobierno mexicano. También podría haber revelacion­es inquietant­es del Equipo Argentino de Antropolog­ía Forense, que igual ha negado la quema de cuerpos en Cocula. En paralelo, el subprocura­dor de Derechos Humanos Eber Betanzos recibirá del Instituto de Medicina Legal de la Universida­d de Insbruck en Austria, un sobre cerrado que abrirá en estos días, frente a los padres, con el resultado de las pruebas genéticas realizadas a los restos recuperado­s en el basurero de Cocula y en el cercano Río San Juan.

La pregunta es ¿cuántas verdades y cuántas mentiras más en este caso, inadmisibl­e aun en un país medianamen­te civilizado?

Periodista. ddn_rocha@hotmail.com

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