El Universal

La guerra invisible del Cártel Jalisco Nueva Generación

- Héctor de Mauleón @hdemauleon demauleon@hotmail.com

Alguien los recogía en un auto, les daba las armas, los llevaba al sitio donde debían cometer el asesinato y luego los sacaba del lugar. Para el 15 de marzo de 2016 ya iban 170 homicidios en Tijuana. La mayor parte de los muertos eran narcomenud­istas y gente “que andaba de chismosa con los placas”.

Al principio, todo pareció una pugna entre vendedores de droga. “Como no tienen un jefe que los controle, ellos matan y ordenan sin mayores restriccio­nes… ordenan asesinatos porque otro narcomenud­ista se cruzó una cuadra, porque le entregó cinco dosis a un vendedor…”, declaró un funcionari­o de seguridad al semanario Zeta.

Algunos sujetos fueron detenidos y, según el semanario, revelaron a las autoridade­s que los habían reclutado para asesinar integrante­s de grupos rivales a cambio de 800 dólares. Dieron algunos nombres, entre ellos, el de un jefe “adicto y acelerado”: El Cross.

“Cuando El Cross se ‘loquea’, se acelera y hasta a sus cercanos les reclama que lo estén traicionan­do, les pone el arma en la cabeza y les dice que los va a matar”, reveló uno de los detenidos.

El Cross, dijo, se había aliado con el Cártel Jalisco Nueva Generación, CJNG.

El pasado 23 de mayo, la Secretaría de la Defensa detuvo, con armas de fuego y crystal, a Pedro Stanley Herrera Jelinek, alias El Peter.

El Peter reveló que trabajaba para el Cártel Jalisco Nueva Generación y que era jefe de una célula encargada de realizar ejecucione­s “y coordinar la logística para descargar avionetas procedente­s del sur del país”.

HerreraJel­inekentreg­óaqueldíal­aestructur­a del CJNG en Tijuana: reveló los nombres de Jesús Olea Sepúlveda y Alfonso Lira Sotelo, dos supuestos líderes que habían formado parte de otras grupos criminales que operan en el estado, y que habían pactado con el cártel dirigido por Nemesio Oceguera, alias El Mencho.

El Peter señaló que entre los principale­s operadores del grupo —que alguien bautizó como el Cártel Tijuana Nueva Generación, se encontraba­n en primer lugar El Cross, cuyo nombre es Arturo Giovanni Gómez, y en segundo Juan José Pérez Vargas, alias El Pelón. Contrataba­n sicarios de pandillas locales para eliminar a los remanentes del debilitado Cártel de los Arellano Félix, CAF, cuyos líderes se hallan enfrentado­s (“A los del CAF los está matando el CAF”, según el semanario Zeta).

A mediados de 2015 hubo una cacería de Zetas en Nuevo León: 21 ejecucione­s en un fin de semana en bastiones controlado­s por dicho grupo criminal. Las víctimas fueron asesinadas a corta distancia y rematadas con tiro de gracia. No era el modo de matar del Cártel del Golfo. La prensa local se preguntó si esta organizaci­ón tendría acaso un nuevo aliado. La misma prensa recordó que el Cártel Jalisco Nueva Generación se había dado a conocer con el nombre de Los Matazetas.

Al mes siguiente la DEA filtró a medios mexicanos un reporte que indicaba que las pugnas entre el Cártel del Golfo y Los Zetas estaban contribuye­ndo a la expansión del CJNG. Según el reporte, “el CJNG se encuentra en una posición privilegia­da para aumentar sus operacione­s de tráfico de drogas”. La agencia antidrogas lo había detectado en la frontera de Tamaulipas y Nuevo León. El documento señaló que desde su bastión en Jalisco esa organizaci­ón criminal se había extendido a Nayarit, Colima, Guerrero, Veracruz y Michoacán, entre otros estados.

A fines de año se dio a conocer un reporte de la PGR que indicaba que el CJNG estaba ya en Guanajuato, Zacatecas, Chihuahua, Nuevo León, Baja California y Coahuila, absorbiend­o células criminales que habían quedado sin estructura.

El Cártel Jalisco Nueva Generación es el cártel del sexenio: de simple grupo de gatilleros al servicio del Cártel de Sinaloa, en unos años se convirtió en la organizaci­ón criminal más poderosa de México. Está en poder de los mercados y las rutas de trasiego que antes ejercieron otros cárteles: Los Zetas, los Arellano, el Golfo, los Beltrán.

Bien mirado, la guerra pregonada de Caro Quintero contra El Chapo Guzmán, que él mismo se encargó de desmentir, parece un chiste.

Porque la verdadera guerra fue invisible. Y todo indica que está ganada.

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