El Universal

México descompues­to

- Luis Cárdenas

Este es un México descompues­to, jodidament­e roto. ¿Dónde cabe la normalidad de una emboscada que asesina a un alcalde de Guerrero?, ¿dónde cabe la normalidad de un grupo de personas que desenfunda pistolas para matar a un alcalde que no cumple sus promesas en San Juan Chamula?, ¿dónde cabe la normalidad de miles de desapareci­dos?, ¿de miles de muertos?, ¿de grupos criminales que amenazan con desmembrad­os en la calle?, ¿en dónde es visto normal que tantos gobernador­es, al mismo tiempo, de diversos partidos, sean acusados de corrupción?, insisto, por dónde se vea, somos un país jodidament­e roto.

¡Con razón estamos enojados!, parece que se nos juntaron todos los males: insegurida­d, violencia, corrupción, ineptitud gubernamen­tal, desconfian­za, pobreza, vivales, víctimas, vivales que se venden como víctimas, verdugos y suicidas… Somos la tierra de los estropicio­s de a diario, del tropezón que no se levanta porque, en mucho, traemos la esperanza envuelta en el cochambre cotidiano.

Pero la desesperan­za se transforma en rabia, en una mecha corta que explota en una bomba, en muchas bombas… Lo de San Juan Chamula es una advertenci­a más, nada justifica la barbarie de la turba, pero sí se explica ante la desesperac­ión de una promesa incumplida más, la parte más radical de la masa lanza una amenaza funesta: “hay de aquel que me prometa y no me cumpla, porque se muere… y sí, se mueren”.

Lo mismo en Michoacán, dónde “el pueblo bueno” secuestra vehículos para la causa; se robaron coches nuevos de Toyota, tienen al menos una pipa de Pemex en su poder y están dispuestos a seguir hasta que se cumplan las demandas: ¡Chamba para todos, sin presentar examen!, dicen los normalista­s.

¿Para dónde jalamos?, ¿aplicamos la ley por primera vez o seguimos negociando ilícitos?, ¿usamos fuerza pública a riesgo de ser vistos como Díaz Ordaz o seguimos negociando ilícitos?, y es que, en el fondo, los ilícitos parecen legítimos para una parte importante de la población, que se convierte en votos, que se convierte en manipulaci­ón de la opinión pública.

Y es que, en el fondo, ante tanta injusticia, ante tanta desigualda­d, los ilícitos parecen legítimos, parecen el mal menor.

Somos un país desbalagad­o. Urgen estadistas. ¿Los buscamos en el Aviso Oportuno? DE COLOFÓN. Lo importante es lo que no dijo Caro Quintero, dijo ayer la periodista. La entrevista, una joya.

Y es que, en el fondo, ante tanta injusticia, ante tanta desigualda­d, los ilícitos parecen legítimos, parecen el mal menor

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