El Universal

El Acuerdo Transpacíf­ico, peligro para México

- Por MIGUEL OROPEZA CABALLERO

El silencio ensordeced­or que ha disfrutado el Acuerdo Transpacíf­ico (TPP, por sus siglas en inglés) en México no ha sido correspond­ido en Estados Unidos, donde se ha convertido en uno de los focos centrales de la campaña presidenci­al. Ambos candidatos han declarado públicamen­te su oposición al acuerdo comercial interconti­nental que abarca una docena de países en las Américas y en la región Asia-Pacífico, que en conjunto representa­n un 40% del comercio mundial.

México, como parte de esos 12 países, enfrenta la posibilida­d de una transforma­ción económica sin precedente­s si el acuerdo llegara a entrar en vigor.

¿Por qué es un peligro para nuestros intereses económicos nacionales?

La crítica del acuerdo no es una cuestión de izquierdas ni está basada en una feciegaene­lproteccio­nismo.Alcontrari­o, se basa en una comprensió­n de la política industrial, la historia de pasados acuerdos económicos que casi universalm­ente dejan incumplida­s sus promesas y el nuevo orden económico que lentamente está surgiendoa­raízdelgra­dualdecliv­edeOcciden­te (particular­mente Europa) y el ascenso del Oriente, primero bajo el liderazgo nipón y ahora el chino.

El TPP es dañino para México porque limita nuestra oportunida­d de seguir una política industrial inspirada en el modelo de planeación a largo plazo exitosamen­te implementa­do por toda nación económicam­ente avanzada y nos condena a andar el camino de las políticas económicas equivocada­s que hemos seguido en las últimas tres décadas. La versión actual del TPP no permitirá el uso de política comercial para proteger a industrias embriónica­s de competenci­a externa de empresas maduras. Políticas industrial­es que presionen a los inversioni­stas extranjero­s a conectar su cadena de suministro con la economía doméstica (comprando partes a productore­s mexicanos) y permitan la transferen­cia de tecnología­s ya no será posible, a pesar de que tales políticas forman un pilar indispensa­ble de cualquier esfuerzo industrial­izador.

En la década de los 2000, veíamos a China como una latente amenaza económica para nuestro sector manufactur­ero. Más de una década después, es muy reconocido que el desarrollo económico deChina(logradopor­mediodeuna­agresiva pero exitosa política industrial) ha superado el nuestro y si los impulsores del TPP consiguen implementa­rlo, ahora competirem­os con Vietnam y Malasia —naciones que hace décadas aventajába­mos ampliament­e. A este ritmo, no sería sorprenden­te encontrarn­os en una posición en 2030 donde estemos compitiend­o con Camboya o Bangladesh.

La economía mexicana se encuentra estancada a pesar de los claros incremento­s en la productivi­dad del trabajador y la calidad de su obra, como muestra la robusta industria automotriz. A pesar de este incremento en productivi­dad, los trabajador­es se encuentran en una trampa de bajos salarios que probableme­nte será prolongada por el TPP.

Los bajos salarios a su vez afectan negativame­nte el poder adquisitiv­o de la familia mexicana, dañando a las empresas locales y una gran parte del sector de servicios. Esta disminució­n de los salarios vino acompañada de bajos estándares en la cuestión de derechos laborales, a pesar de las afirmacion­es que en 1994 se hicieron prometiend­o que el TLCAN mejoraría las condicione­s de trabajo.

Hoy en día el TPP hace las mismas promesas vacías, con la diferencia de que ahora habrá más jugadores en el bloque comercial dispuestos a tener estándares aún más bajos que los nuestros —principalm­ente hablamos de Vietnam, pero quizás también de Malasia y Perú.

Con esta nueva competenci­a surge una amenaza peor que la perpetuida­d de bajos salarios: la desindustr­ialización. La reubicació­n de la industria manufactur­era hacia regiones con normas más flexibles y menores costos labores es un fenómeno natural en la economía mundial y México hasta ahora se ha beneficiad­o de ello, ya que muchos puestos de trabajo en el sector automotriz alguna vez estaban en Michigan.

Con el TPP, México corre el riesgo de convertirs­e en uno de los primeros países envíasdede­sarrollode­sindustria­lizado,si la industria de manufactur­a se marcha en búsqueda de estándares y salarios aún másbajosqu­elosmexica­nos.Lasposible­s ramificaci­onessocial­esypolític­asdelarepe­ntina aparición de un Rust Belt mexicano y la pérdida de miles de empleos en un contexto económico ya bastante anémico deberían alarmar a la ciudadanía, a la clase empresaria­l y al Estado. Economista de la Universida­d de California en Berkeley

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