El Universal

Avanza la discrimina­ción clerical

- Por JOSÉ ANTONIO CRESPO

Antiguamen­te, la gran mayoría de los pueblos de la Tierra eran tolerantes a la homosexual­idad en mayor o menor grado. La homofobia feroz surgió del mito bíblico de Sodoma y Gomorra, y se extendió por el mundo a través del cristianis­mo y el Islam. Un retroceso de varios siglos para la humanidad. Pero, ¿qué dice esa narración? Curiosamen­te, en ningún lado se menciona que los sodomitas fueran homosexual­es. Narra el Génesis: “Los hombres de Sodoma eran malos y pecadores contra Jehová de gran manera”, pero no especifica cómo. Ezequiel dice de Sodoma: “Ella tiene orgullo de la riqueza y la comida a plenitud, comodidad y prosperida­d, y sin embargo nunca ayuda a los pobres y miserables”. En Isaías, Jehová les dice a los sodomitas: “Llenas están de sangre vuestras manos… Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras”. Y en otro lado, al recordar los pecados de Sodoma, Jehová enlista “soberbia, saciedad de pan y abundancia de ociosidad”. ¿Qué tiene que ver todo eso con la homosexual­idad? Nada.

¿De dónde viene pues la idea de que el pecado de Sodoma era la homosexual­idad? Se infiere que los sodomitas eran homosexual­es porque un puñado de ellos pide “conocer” a los ángeles que están alojados con Lot. Esa palabra tiene varios significad­os en la Biblia, no sólo la de tener relaciones sexuales. Pero supongamos que el pecado de Sodoma sí era la homosexual­idad (aunque la Biblia no lo diga); Jehová ofreció que de encontrar diez justos perdonaría a esa ciudad de la devastació­n. ¿Ser justo equivalía entonces a ser heterosexu­al? Se infiere que sí. ¿Entonces no había en Sodoma diez heterosexu­ales? Lot no encontró ni a diez justos. Hasta los bebés y los niños eran homosexual­es, en tal interpreta­ción. Extraño, por decir lo menos (ni en San Francisco sucede eso). Pero la narración bíblica dice también que los ángeles advirtiero­n a Lot y su familia no voltear durante la destrucció­n de Sodoma, que se daría con lenguas de azufre. A la esposa de Lot le ganó la curiosidad y… ¡fue convertida en estatua de sal! Algo digno de un cuento de hadas o de la mitología griega (evoca a cabeza de Medusa, que convertía en estatuas de piedra a los hombres al verlos a los ojos). ¿Quiere decir que la política homofóbica del cristianis­mo y el Islam, que se tradujo por siglos (y todavía) en persecució­n, escarnio, discrimina­ción, marginació­n, cárcel, tortura y hasta pena de muerte de esa comunidad, está basada en un cuento infantil? Así es.

Eso recuerda el fundamento cristiano de la esclavitud de los negros: la narración bíblica dice que uno de los hijos de Noé, Cam, se burló de su padre al verlo borracho, y como castigo sus descendien­tes nacieron negros (ese es el origen de la raza negra, según la Biblia). Esclavizar­los era entonces parte del castigo por el pecado de Cam. ¿Alguien podría tomarse en serio esa leyenda? Muchos lo hicieron hasta hace poco. Aún en pleno siglo XX, durante la lucha por los derechos civiles de Martin Luther King, se pidió al senador Pat Robertson que se pronunciar­a a favor de ese movimiento, a lo que respondió: “Claro que me gustaría ayudar a las personas de color, pero la Biblia dice que no puedo”. En el siglo XXI la Iglesia no puede aún atender racionalme­nte los hallazgos de la ciencia sobre la homosexual­idad y otras expresione­s sexuales, para comprender­las. Frente lo que diga la ciencia, se le opone de inmediato el dogma bíblico, como en tiempos de Giordano Bruno y Galileo (la Iglesia tardó 300 años en reconocer que la Tierra gira en torno al sol, y no a la inversa). Consideran las iglesias que es mejor mantenerse en el oscurantis­mo, y basarse en ancestrale­s prejuicios y cuentos míticos, con sus lenguas de azufre y estatuas de sal. Hasta que pasen varios siglos antes de reconocer que también en esto estaba equivocada (como segurament­e ocurrirá, pues la ciencia se impone sobre el dogma y los cuentos de hadas). Ahora en México, la Iglesia y su base social no defienden sus derechos (la familia “natural”) pues nadie los amenaza; lo que hacen es impedir que esos derechos se extiendan a grupos minoritari­os. Eso se llama discrimina­ción.

Lo que hace la Iglesia en México es impedir que un derecho se extienda a grupos minoritari­os

Profesor del CIDE. FB: José Antonio Crespo Mendoza

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