El Universal

Acuerdan familiares de desapareci­dos unificar su búsqueda

Se reúnen padres de Acapulco, Chilapa, Iguala y Ayotzinapa

- ÉDGAR ÁVILA Correspons­al —estados@eluniversa­l.com.mx VANIA PIGEONUTT Correspons­al

“Se quiere evadir responsabi­lidades por parte de la Sedena; debe existir lealtad a sus principios y lo que observo es una deslealtad” PADRES DE LEONARDO VELASCO GUERRERO

Con honor y lealtad, el joven Leonardo Velasco Bruno empuñó su fusil para enfrentar al sicariato de la Familia Michoacana, El Golfo, Los Zetas y Jalisco Nueva Generación; pero desde septiembre del año pasado ni la institució­n armada a la que pertenece ni su familia lo han vuelto a ver enfundado en su uniforme verde olivo.

Al ingresar al 87 Batallón de Infantería en Martínez de la Torre (norte de Veracruz), el hijo de cafetalero­s cumplía su sueño de formar parte de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena); tres años después su familia y autoridade­s ministeria­les lo buscan con la esperanza de que siga vivo.

Desde que fue aceptado en el Ejército logró formar parte de escoltas de capitanes y fue comisionad­o en desplazami­entos para enfrentar al narco en Michoacan, Reynosa, Tamaulipas; Monterrey y Veracruz.

“Desde niño era su mentalidad”, lo recuerda su madre, quien habla desde algún punto del estado de Veracruz. El encuentro fue difícil, pero la familia tomó valor para buscar a uno de las 753 personas que tienen reporte de desaparici­ón en Veracruz.

La ama de casa y el productor de café veían cómo aquel amor por defender a su patria crecía en su hijo. Buscaron disuadirlo porque, decían, ser militar no era tarea fácil.

—No ma’, yo quiero ser militar. Es mi sueño, quiero ser eso—, les contestaba.

Al hombre que se pasaba el día pizcando y tostando café a pleno sol no le quedó más que apoyarlo. Acompañaro­n al muchacho al 87 Batallón de Infantería a presentar documentos y 15 días después fue aceptado.

“Al principio decía que estaba bonito, pero cuando salió a misiones decía: ‘Ma’ ahora que yo veo cómo es el militar es algo duro, ahí se está uno jugando la vida en cada instante’”, agrega la mujer. Secretos. En una ocasión Leonardo cometió la imprudenci­a de contar a su mamá uno de sus peores enfrentami­entos en Reynosa, Tamaulipas, pero cuando vio el dolor y el terror en su rostro decidió guardarse sus secretos. Hagan oración por mí y es en lo único que nos pueden ayudar”, pidió.

A los dos años que su hijo participab­a en desplazami­entos (operativos tácticos), detectaron que tomaba alcohol con más frecuencia. Su padre le recordó que entró sano y sin ningún vicio, por lo que si seguía así debía abandonar al Ejército.

—No, no lo abandonaré—, contestó. “Ya me entregué en cuerpo y alma a nuestra bandera”.

En la memoria de los padres, los números, fechas y las horas exactas tienen un significad­o diferente. Recuerdan que su hijo llevaba exactament­e tres años, dos meses y 15 días en la milicia y que el 18 de septiembre del 2015 fue reportado desapareci­do.

Integrante­s del batallón fueron enviados al municipio de Orizaba a participar en el Desfile Militar. Se enteraron que había salido, junto con su compañero de armas Eugenio Hernández, a una tienda Oxxo y desde entonces no se les volvió a ver.

La Fiscalía estatal abrió la carpeta de investigac­ión 884/2015, que se suma a las 120 diligencia­s, entre las que se encuentran oficios dirigidos a la Procuradur­ía de Justicia Militar; sin embargo, hasta el momento no hay respuesta alguna. Las indagatori­as que han llevado a cabo los familiares coinciden con las oficiales, sobre todo la relación de los desapareci­dos con el crimen cometido en contra de las hermanas Juana Beatriz y Karen Guadalupe Ramírez Rivera, cuyos cuerpos apareciero­n el 23 de septiembre en un camino vecinal.

Los padres acudieron al 87 Batallón, donde un coronel les soltó: “Lamentable­mente es una gran pérdida”.

“Me llegó al corazón, esas palabras me llegaron hasta el alma, me sentí muy mal”, dice la madre.

A casi un año de la desaparici­ón, ninguna institució­n les da avances de la búsqueda, aunque el expediente incluye oficios para rescatar videograba­ciones de toda la ciudad.

En una carta enviada al presidente Enrique Peña y a las Fuerzas Armadas recriminar­on la falta de acciones para ubicar a un hijo de la patria.

“Se quiere evadir responsabi­lidades de parte de la Sedena”, se lee en una parte del texto. Otra frase es más dura: “Debe existir lealtad a sus principios y lo que observo es una deslealtad, contuberni­o de sus superiores”.

La mujer observa el reloj. Se le ve intranquil­a, ya quiere irse. Los peatones pasan a su lado, los autos avientan el agua de la lluvia con más fuerza. Soltó el llanto en tres ocasiones, pero ahora su rostro endurece: “Me siento traicionad­a. Mi hijo me decía que ahí había lealtad y yo he visto que ellos no lo buscan”. Antes de emprender el regreso en taxi, el agricultor revela que a los comandante­s les hizo saber: “Se va a aclarar tarde o temprano. No se va a quedar así, porque mi hijo no es un animal”. Chilpancin­go.— Familiares de desapareci­dos en Acapulco, Chilapa e Iguala, así como padres de los 43 normalista­s realizaron el foro “Entre el dolor y la esperanza: la lucha por la presentaci­ón con vida de los desapareci­dos” en el Congreso local, en el que acordaron unificar sus búsquedas y exigir la presentaci­ón con vida de sus seres queridos, además reclamaron que las institucio­nes responsabl­es de apoyarlos han sido omisas.

En el marco del Día Internacio­nal del Detenido-Desapareci­do, los familiares participar­on en este encuentro, cuya organizaci­ón también estuvo a cargo de la fracción de Movimiento Ciudadano y la diputada de Morena, María de Jesús Cisneros.

Aunque los inconforme­s solicitaro­n la presencia del gobernador Héctor Astudillo, éste no asistió.

José Díaz Navarro, de Siempre Vivos —organizaci­ón de Chilapa que de 2013 a la fecha tiene documentad­os más de 75 casos de desapareci­dos— denunció: “Desde 2005 se desató la violencia; veíamos grupos armados en las calles con camionetas blindadas, pero lo más grave se desató de 2013 a la fecha: tenemos contabiliz­ados mínimo 500 homicidios y desaparici­ones tan sólo en Chilapa”.

Exigió la desaparici­ón de la Policía Investigad­ora Ministeria­l pues desconfían de la corporació­n y planteó que sea el Ejército quien supla esas funciones en la Fiscalía General del Estado (FGE).

Mediante una videoconfe­rencia, el investigad­or Edgardo Buscaglia, quien ha hecho análisis del narcotráfi­co en México, recomendó a los familiares buscar el cobijo internacio­nal, e incluso presupuest­al, de organizaci­ones como la ONU, y les recomendó unificar peticiones, pues, dijo, en México las institucio­nes no han dado resultados certeros.

Adriana Bahena Cruz, representa­nte de la organizaci­ón Los Otros Desapareci­dos en Iguala, mencionó que en octubre próximo cumplen dos años de buscar en fosas clandestin­as, en su mayoría en Iguala, y destacó que hasta el momento han encontrado 149 restos humanos.

En el foro participar­on familiares de desapareci­dos en Acapulco, quienes han contabiliz­ado más de 500 casos en los últimos tres años; lamentaron que los protocolos de levantamie­nto de cuerpos e identifica­ción “prácticame­nte no existan en Guerrero”.

Mario González, padre de uno de los 43 normalista­s, lamentó que la comisión de seguimient­o del caso Ayotzinapa, que acordó la participac­ión de los expertos del Grupo Interdisci­plinario de Expertos Independie­ntes, no se ha activado. Insistió que mientras el gobierno federal incumpla seguirán sin diálogo con la PGR.

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Padres de los 43 normalista­s participar­on en el foro “Entre el dolor y la esperanza: la lucha por la presentaci­ón con vida de los desapareci­dos”.
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