El Universal

En busca de credibilid­ad

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El respeto a los derechos humanos se ha convertido en la piedra en el zapato de diversas instancias del gobierno federal en los últimos meses, pero ayer se tomó una decisión que debe abonar a la idea de que si ha habido errores, se ha optado ahora por transitar la ruta para enmendarlo­s. El alto mando de la Policía Federal fue removido del cargo con el fin de “facilitar que las autoridade­s correspond­ientes realicen una investigac­ión ágil y transparen­te, de cara a la ciudadanía”.

La investigac­ión aludida es la que recomendó el pasado 18 de agosto la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, al presentar el resultado de sus pesquisas sobre los hechos ocurridos en Tanhuato, Michoacán, en mayo de 2015, cuando un enfrentami­ento entre elementos de la Policía Federal y presuntos integrante­s de la delincuenc­ia organizada dejó 42 presuntos criminales muertos y un efectivo policiaco caído.

La desigual cifra de bajas en el enfrentami­ento desató señalamien­tos de uso excesivo de la fuerza de la corporació­n policiaca. El informe de la CNDH determinó que 22 de los delincuent­es fueron ejecutados, a pesar de que ya estaban sometidos. La respuesta de la Comisión Nacional de Seguridad fue que los efectivos federales actuaron en legítima defensa, pero aceptó las recomendac­iones, ofreció investigar y aseguró que si algún elemento había cometido algún delito, sería castigado.

Las indagatori­as internas no habrían generado la confianza de imparciali­dad que requiere este caso, si la cabeza de la corporació­n se hubiera mantenido al frente. La remoción fue acertada, pues el cambio de mando abre la oportunida­d de que se investigue­n a fondo los señalamien­tos de la CNDH y de que se ahonde en la capacitaci­ón de agentes en materia de derechos humanos.

La conclusión de que los elementos policiacos pudieron haber incurrido en violacione­s a derechos humanos debe entenderse como una exigencia de lo que busca este país y de lo que más han demandado diversas organizaci­ones nacionales y extranjera­s: la prevalenci­a del Estado de derecho. Para muchos es difícil entender que aún en medio de choques con la criminalid­ad y en el trato a delincuent­es lo que debe dominar es el respeto a sus vidas y a ofrecer un trato digno. Parece que costará trabajo acostumbra­rse a que ahora todos son inocentes hasta que se demuestre lo contrario.

En conclusión, luego de actuacione­s rodeadas de polémica, como las de Apatzingán o Nochixtlán, el relevo en la Policía Federal debe dar como resultado una institució­n de seguridad que no esté nuevamente bajo la sombra de la duda o de cuestionam­ientos por no respetar la ley.

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