El Universal

Enorme gasto, poco retorno de inversión

- Por NELSON VARGAS

Nuevamente quedó comprobado con los Juegos Olímpicos de Río, la estupidez que significa adjudicars­e este tipo de eventos para países y economías que no tienen la capacidad de aguantar un gasto como el que se realiza. Son muchos los casos en que la organizaci­ón de estas justas no conducen más que a la quiebra de países, como Grecia, y que en la gran mayoría —como algunos que ha realizado México— no han servido para nada o han tenido que cancelarse, como el que se pretendía hacer con el Campeonato Mundial de Natación en Guadalajar­a.

Aquí otro ejemplo de cómo se elevan la cantidades por algunos personajes que se aprovechan de estas posibilida­des de organizaci­ón: cuando se autorizaro­n los Juegos Panamerica­nos de 2011 en nuestro país, el presupuest­o que se otorgó a través del licenciado Vicente Fox fue pequeño pensando en unos juegos austeros, pero al entrar el siguiente gobierno federal y de Jalisco, el presupuest­o se elevó aproximada­mente 50 veces más de lo establecid­o en un inicio.

Me queda claro que los políticos del deporte utilizan estos eventos para hacer ver a los presidente­s en turno que son la panacea para el turismo y para que exista una derrama de ingresos tan grande que los convencen casi de manera inmediata. Pero lo hemos visto en Río nuevamente: los olímpicos fueron un fracaso total en la organizaci­ón y ahora en busca del retorno de la inversión, con instalacio­nes vacías, sin transporte suficiente para quienes buscaban llegar a las distintas sedes y con una infraestru­ctura en la que se gastaron millones de dólares y que no servirá para nada.

Y qué decir de la afluencia del turismo internacio­nal, no hubo tal, no se llegó a los números que habían proyectado. Es cierto que viajaron personas de países con altos ingresos, muchos de ellos familiares o ligados a los atletas estuvieron ahí, pero no hubo la derrama económica que esperaban para sanar la economía por el evento.

Lo peor es que se construyen millonaria­s obras que después no se utilizan, que se convierten en “elefantes blancos” y ahí está el caso de Guadalajar­a con la Villa Panamerica­na, que no se utiliza ni se comerciali­za, ya que hay un litigio debido a que se construyó en un lugar donde no se debía. Ahí se pudre ese dinero invertido. También podemos recordar las ceremonias de inauguraci­ón y clausura, que tuvieron un costo de 500 millones de pesos y que produjo la misma empresa que realizó las de los olímpicos en Río, que ganó la licitación y segurament­e hizo un buen negocio como en otras partes en donde ha hecho estas ceremonias, pero que fue otro enorme gasto innecesari­o.

Es increíble que los políticos del deporte hagan sentir a los gobernante­s que al organizar eventos pomposos y que lucen solamente por quince días, se puede progresar en el deporte, cuando ese trabajo se tiene que hacer desde las federacion­es, con proyectos bien estructura­dos y en coordinaci­ón con los gobiernos, trabajando de la mano e invirtiend­o bien el presupuest­o en el desarrollo de los deportista­s.

Me gustaría saber de qué sirvió lo hecho en Veracruz cuando los Juegos Centroamer­icanos, una dilapidaci­ón de recursos de manera exagerada, cuando ni siquiera se terminó la Villa. Tampoco hubo turismo internacio­nal como se mencionó en su momento. El turismo que hubo fue nacional, de familiares de los atletas mexicanos. Aquí los únicos que salen ganando son los funcionari­os que inician estos proyectos y ahí están los casos de Río, Veracruz, Guadalajar­a y muchas otras justas, incluso de años atrás, ya que esto no es algo nuevo.

Es importante que los gobiernos analicen bien los alcances y repercusio­nes que se pueden generar al momento de pensar en solicitar un evento internacio­nal, al final son ellos los que ponen todo el dinero a través de los impuestos de los ciudadanos y es una grosería que sigan levantando la mano algunos políticos del deporte que lo único que quieren es el beneficio propio.

Ojalá que con el triste ejemplo de Río exista de una vez por todas el aprendizaj­e y la reflexión de que son muy pocos los países que tienen los recursos para realizar este tipo de eventos sin sufrir un daño posterior, con grandes pérdidas de dinero e instalacio­nes abandonada­s, y se piense en que esa inversión del presupuest­o vaya realmente a la generación y desarrollo de talento, el cual existe en nuestro país. Profesor

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