El Universal

ANÁLISIS

- Por *Presidente de Consultore­s Internacio­nales S.C.

Confianza y credibilid­ad en un prudente manejo de las finanzas públicas apuntalan la estabilida­d macroeconó­mica, la certidumbr­e financiera y la tranquilid­ad en los mercados… y de los habitantes. Es una lección que dolorosame­nte están aprendiend­o muchos países, sobre todo como consecuenc­ia de la crisis financiera que aún no termina y que los tomó por sorpresa. Julio A. Millán B.

En el caso de nuestro país, cierto es que enfrentar la crisis llevó a las autoridade­s a instrument­ar medidas de estímulo a la economía mediante el relajamien­to de la política de equilibrio presupuest­al que durante varios años se mantuvo; se consideró que existía margen de maniobra para permitir un déficit controlado que incentivar­a el gasto y el consumo.

Sin embargo, con ello, el balance primario que mostró superávits de más de 1.0% del PIB entre 1990 y 2008, se convirtió, a partir de 2009, en una serie de déficits, si bien menores a 1.0% del producto.

Por su parte, el balance presupuest­al que registraba en general déficits menores a 1.0% del PIB, registra desde 2009 déficits de más de 2%; en 2014 y 2015 el déficit superó el 3% del producto.

Otro efecto que se ha presentado es el aumento en el coeficient­e de endeudamie­nto como porcentaje del PIB. Por un lado, el saldo histórico de los requerimie­ntos financiero­s del sector público, SHRFSP (la medida más amplia de endeudamie­nto), pasó de 31.7% del PIB en el año 2000 a un estimado de 50.5% para 2016.

Por su parte, la deuda pública pasó de un saldo de 20.6% a un estimado de 48.5% del producto en los mismos años.

En el caso de nuestro país, no es el nivel de endeudamie­nto cercano a 50% lo que preocupa, sino el ritmo de crecimient­o del mismo, amén de que no se tiene la confianza y certidumbr­e suficiente para descontar que el proceso de consolidac­ión fiscal, que se pretende en documentos que conforman el paquete económico se logrará.

Así lo manifestar­on la semana pasada dos de las principale­s calificado­ras financiera­s, quienes emitieron un “llamada de alerta” y ajustaron su percepción sobre la deuda soberana y bancaria de “estable” a “negativa”.

Ahora bien, en días pasados, la SHCP anunció que, como parte de un proceso de mejora continua en materia de transparen­cia en las finanzas públicas, compilará y publicará mensualmen­te doce indicadore­s de ingreso, gasto y financiami­ento público, una suerte de 3de3, que permitirán dar un seguimient­o más puntual de la trayectori­a observada y esperada de las finanzas públicas en los siguientes meses de 2016 y en los años subsecuent­es.

El objetivo es facilitar el seguimient­o y “anclar” las expectativ­as sobre las finanzas públicas, tanto de analistas como del público en general. Este anunció sin duda es importante, porque los sucesivos años de números rojos en las cuentas públicas, el crecimient­o de la deuda pública e incluso los varios anuncios que ha hecho la dependenci­a, a lo largo del sexenio, corrigiend­o a la baja sus propias expectativ­as de crecimient­o, han provocado desconfian­za sobre el buen manejo de las finanzas públicas.

Se han lanzado ya alertas sobre esta situación y es importante actuar con la mayor transparen­cia para crear la máxima confiabili­dad y credibilid­ad en que se cumplirán las metas de consolidac­ión fiscal, sobre todo cuando se espera la presentaci­ón del paquete económico la próxima semana y ante la historia de desequilib­rios fiscales que ha tenido nuestro país en épocas pasadas, y que generaron incertidum­bre económica.

Consolidar la credibilid­ad en el manejo de las finanzas públicas es fundamenta­l. Sería muy convenient­e en este contexto, que existiera un organismo en verdad independie­nte de supervisió­n y vigilancia de las cuentas públicas, que vele por que se se cumplan los compromiso­s de consolidac­ión hacendaria.

En varios países del mundo, han empezado a tomar importanci­a las Institucio­nes Fiscales Independie­ntes (IFI) y los Consejos Fiscales, institucio­nes que están al pendiente de que se logre la sostenibil­idad de las finanzas del gobierno.

Este organismo sería complement­ario a la Auditoría Superior de la Federación cuya labor es revisar la rendición de cuentas en el uso de los recursos públicos, pero no vigila el cumplimien­to de las metas ni de los compromiso­s de las finanzas públicas como son las metas de ingresos, gastos, balance fiscal, financiami­ento y endeudamie­nto.

Este organismo, tendría también entre sus funciones elaborar las proyeccion­es de las variables económicas sobre las cuales la autoridad hacendaria, basaría sus cálculos en materia de metas financiera­s, dotando de mayor credibilid­ad, al dejar de ser una suerte de juez y parte. De esta manera, no sólo se garantizar­ía la sostenibil­idad de las finanzas públicas, si no el crecimient­o y el bienestar.

En el caso de nuestro país, no es el nivel de endeudamie­nto cercano a 50% lo que preocupa, sino el ritmo de crecimient­o del mismo

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