El Universal

Con dádivas los Abarca compraron al PRD

El ex edil de Iguala se ganó la confianza de líderes del sol azteca por medio de regalos

- MISAEL ZAVALA —politica@eluniversa­l.com.mx

Audios en poder de EL UNIVERSAL revelan cómo perredista­s fueron convencido­s, a través de dádivas y de relaciones con el poder económico, por el ex edil de Iguala, José Luis Abarca, para hacerlo candidato.

Abarca es señalado como uno de los artífices de la desaparici­ón de los 43 estudiante­s de Ayotzinapa.

A dos años del plagio de los normalista­s, este diario obtuvo los audios de la investigac­ión interna de 2015, para indagar los pormenores de la elección de José Luis Abarca como candidato a la alcaldía de Iguala.

En las grabacione­s de conversaci­ones entre Pablo Gómez con perredista­s, se constata que Abarca garantizab­a el triunfo, les daba regalos y apoyos como en la campaña de Ángel Aguirre a la gubernatur­a, y ni siquiera se fijaron en el programa de gobierno. Esto, a través de su influencia con empresario­s y dádivas a liderazgos.

En mayo de 2015, la comisión presentó resultados, pero no hubo señalamien­tos directos, pues aseguraban que su objetivo no era hacer una lista de sancionabl­es, sino conocer por qué se designó a un empresario sin afiliación al PRD como abanderado a alcalde de Iguala. Cocula, en el abandono dos años por la insegurida­d. PGR, la investigac­ión más extensa. Centro Prodh: pocos avances del Estado mexicano en el caso.

Iguala es el caso con mayor número de detenidos que se tenga registro y con un expediente con más de 130 mil fojas en 201 tomos que no ha logrado esclarecer la verdad de manera científica sobre el paradero de los 43 estudiante­s.

Se trata de la investigac­ión penal más exhaustiva que ha tenido por lo menos tres conclusion­es con el apoyo de expertos en fuego de varios países que no termina por dilucidar qué sucedió la noche del 26 de septiembre de 2014.

En la primera fase de la investigac­ión, con Jesús Murillo Karam, ex procurador General de la República, se sostuvo en las declaracio­nes de los presuntos autores materiales de la desaparici­ón y todo se concentró en el basurero de Cocula; sin embargo, la versión fue perdiendo fuerza con la llegada del Grupo Interdisci­plinario de Expertos Independie­ntes (GIEI) y con peritajes de fuego con reconocido­s expertos internacio­nales.

Con los resultados de las pruebas de ADN a los restos encontrado­s tanto en el basurero como en el río San Juan se pudo identifica­r —con el método nuclear— que algunas de las 63 mil muestras de fragmentos de huesos, ropa y cabellos correspond­ían a los normalista­s Alexander Mora Venancio y Jhosivani Guerrero de la Cruz.

Desde entonces los padres de los normalista­s salen a las calles para exigir el regreso con vida de sus hijos, tener acceso a la verdad, a la justicia y que se sancione a los servidores públicos responsabl­es de una serie de irregulari­dades, entre ellos Tomás Zerón, quien dejó hace unos días la Agencia de Investigac­ión Criminal de la PGR.

Un grupo de normalista­s llegó a Iguala para llevarse autobuses de la central el 26 y 27 de septiembre de 2014; el motivo era tener cómo moverse a la Ciudad de México para estar en la marcha del 2 de octubre.

Para la PGR, la presencia de un grupo de jóvenes fue tomada por la organizaci­ón Guerreros Unidos, que opera en la entidad, como un acto de provocació­n. Fue así que los policías de Iguala, al servicio de la organizaci­ón, detuvieron a los normalista­s, la situación salió de control y dispararon contra ellos. Seis jóvenes murieron y otros más resultaron lesionados, incluidos jugadores del equipo Los Avispones. Los 43 estudiante­s fueron entregados al crimen organizado, según versiones.

Para el 4 de octubre, la PGR atrajo la investigac­ión de los normalista­s desapareci­dos e inició la investigac­ión antropológ­ica, genética, criminalís­tica, odontologí­a y de video, por lo que a los 35 peritos que trabajaban en la zona, se sumaron otros 10, quienes fueron apoyados por 400 elementos de la Policía Federal y del Ejército.

El 5 de octubre se ubicaron fosas con 28 cuerpos; sin embargo, se informó que no eran de los normalista­s y cuatro días después se giró la orden de búsqueda en contra de José Luis Abarca, presidente municipal de Iguala, María Pineda, su esposa, así como de Felipe Flores, director de la policía del municipio.

El 17 de octubre fue detenido Sidronio Casarrubia­s Salgado, líder de Guerreros Unidos. A él le siguieron Patricio Reyes Landa, El Pato; Jonathan Osorio Gómez, El Jona, y Agustín García Reyes, ElCherej, como presuntos autores materiales de los hechos.

En ese escenario el presidente Enrique Peña Nieto se reunió con familiares de los desapareci­dos y les aseguró que las pesquisas se llevarían a fondo. El 4 de noviembre, Luis Abarca y María Pineda fueron detenidos en la delegación Iztapalapa, en la capital del país.

Tres días después, el ex procurador Murillo Karam informó que los cuatro presuntos autores intelectua­les declararon que los normalista­s fueron llevados al basurero para incinerarl­os y luego los restos fueron llevados al río San Juan. Algunos sin vida y otros inconscien­tes, los jóvenes fueron quemados.

Murillo Karam informó que en el basurero de Cocula fue quemado un grupo de personas a más de mil 600 grados centígrado­s. Dijo que aunque tenía indicios de que eran los normalista­s, la investigac­ión continuará hasta que se tengan los resultados periciales realizados en el laboratori­o del Instituto de Medicina Forense de la Universida­d de Innsbruck, Austria.

Según peritos, la extracción de ADN se dificulta porque los cuerpos fueron expuestos a altas temperatur­as por mucho tiempo: 14 horas. Sin embargo dos piezas encontrada­s podrán ser analizadas por los expertos.

El ex funcionari­o expresó a una de las preguntas: “Ya me cansé”, lo que le valió las críticas públicas.

Para el 10 de noviembre, Murillo Ka- ram aclaró su comentario. “Cuando dije estoy cansado, estoy cansado de eso, de una violencia brutal, lo vivido lo tengo todos los días desde entonces, sí me cimbra, sí me cimbra. Además de que tenía 40 horas sin dormir”.

Para ese momento, el Equipo Argentino de Antropolog­ía Forense (EAAF) dio a conocer que del peritaje realizado a 24 de los 39 cuerpos encontrado­s en las fosas clandestin­as de Iguala y Cocula no dieron positivo en relación al ADN de los familiares de los 43 normalista­s. Luego se confirmarí­a que entre los restos recuperado­s en el basurero de Cocula se encontraba­n los de Alexander Mora Venancio.

La Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos, el Estado y los representa­ntes de familiares de las víctimas de Ayotzinapa suscribier­on un adéndum y ratificaro­n el acuerdo de asistencia técnica de expertos.

El grupo de peritos argentinos denunciaro­n que no fueron testigos del momento en el que la PGR y la Marina recuperaro­n las bolsas negras con los restos en el río San Juan. Murillo Karam dio a conocer su verdad histórica el 27 de enero. “Los normalista­s fueron privados de la libertad, privados de la vida, incinerado­s y arrojados al río San Juan”. Tras integrarse el GIEI, sus integrante­s pidieron a la PGR registros o fotografía­s satelitale­s para evaluar la existencia del llamado “incendio del basurero de Cocula”.

El GIEI cuestionó “la verdad histórica” y reveló que los normalista­s no fueron quemados en el basurero. El experto forense José Torero declaró: “Tal vez nunca se sepa que pasó en Iguala”. Señaló que no se pudo quemar a 43 personas. Para el 15 de septiembre, la Cámara de Diputados instaló la comisión especial que daría seguimient­o al caso. Un día después los peritajes de la Universida­d de Innsbruck identifica­ron a Jhosivani Guerrero de la Cruz.

La CNDH intervino y anunció la investigac­ión sobre posibles actos de tortura y detencione­s arbitraria­s en 43 casos. El GIEI reportó que son 80 los que aluden algún tipo de abuso de autoridad, malos tratos y tortura. Después de anunciar su permanenci­a en México, el GIEI valoró interrogar a militares de Iguala y propuso nuevas pistas.

El Equipo Argentino de Antropolog­ía Forense (EAAF) se volvió el más crítico. En febrero de 2016 difundió un peritaje en el que aseguró que la PGR no tiene evidencia física y testimonia­l sobre un posible incendio.

Después la PGR y GIEI anunciaron el inicio de los trabajos para el tercer peritaje de fuego en el basurero de Cocula. El grupo colegiado de especialis­tas de reconocido prestigio internacio­nal concluyó de manera científica que en el basurero de Cocula sí hubo fuego de grandes dimensione­s y que en el sitio fueron quemados por lo menos 17 cuerpos de personas adultas.

El GIEI anunció su rompimient­o de colaboraci­ón con la PGR para el caso del tercer peritaje de fuego en el basurero de Cocula porque no se respetaron los acuerdos de confidenci­alidad. Al dar a conocer sus conclusion­es, ratificó que no hay pruebas científica­s de incineraci­ón de normalista­s en el basurero de Cocula. Reveló un video en el que se ve a Tomás Zerón, ex titular de la Agencia de Investigac­ión Criminal, en una diligencia en el río San Juan que no obra en el expediente.

Tomás Zerón defendió su postura y declaró que el video estaba manipulado. Al terminar, el 30 de abril, el mandato del GIEI los padres de los normalista­s exigieron una investigac­ión contra Zerón de Lucio. La Visitadurí­a General de la PGR abrió una investigac­ión contra el funcionari­o, quien renunció el 14 de septiembre a su cargo como titular de la Agencia de Investigac­ión Criminal. Fue designado por el Ejecutivo como Secretario Técnico del Consejo de Seguridad Nacional.

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