Deuda, cabeza de la hidra
EEn reciente entrevista radiofónica el presidente Enrique Peña Nieto atribuía el regreso espectacular de la depreciación de la moneda frente al dólar a tres causales: la caída del precio del petróleo; el inminente aumento en la tasa de la Reserva Federal de Estados Unidos y la expectativa electoral en el país del norte
l caso es que ninguna de ellas estaba en la coyuntura. La alianza de países integrantes de la OPEP para no incrementar la producción había logrado un repunte en el precio del combustible; la tasa finalmente no aumentó, y no se había detectado crecimiento en las encuestas por parte de Donald Trump.
Y el caso es que sin el banderazo de la Fed que le abriría el camino de salida a los capitales golondrinos, el peso siguió el cuesta abajo en su rodada.
El epicentro hay que ubicarlo en el entorno interno.
Al prólogo que había colocado en la mesa el Banco de México hace un año como puntos de desconfianza: inseguridad, corrupción, descontento social, se agregó el sobreendeudamiento del país.
Lo que para el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, tiene perfil de futuro (pérdida de confianza, con consecuencias abruptas y sustanciales en el resto de la deuda y mayor reducción del gasto), ya nos alcanzó.
El salto de la deuda pública total en lo que va del sexenio, de 5 billones 350 mil 500 millones a 8 billones 800 mil millones contabilizados hasta julio, se convirtió en la fuente de todos los males.
La magnitud del avance implica el equivalente al 12 % del Producto Interno Bruto.
Y aunque el secretario de Hacienda realizó el recuento a groso modo del destino de los recursos de cara a los diputados, hace falta algo más profundo para hacer creíble la “estrategia”.
De acuerdo con el funcionario, de los 12 puntos, 5.5 se explican “por la trayectoria del déficit”, es decir el faltante de ingresos para completar el gasto con la novedad de que en el intermedio llegó la reforma hacendaria, cuyo perfil se calificó de recaudatorio.
Más allá, hay otros cuatro puntos que “se explican por la evolución del tipo de cambio”, es decir el incremento en el pago del servicio de la deuda externa pactado en dólares, lo que parece excesivo.
Finalmente, se habla de que otro 1.7 “se explica por los apoyos otorgados a Pemex y la CFE para enfrentar sus problemas de pensiones”, con la novedad de que los recursos no han llegado en su totalidad.
Finalmente, se atribuye el 1.7 restante a “un crecimiento económico menor al esperado”.
Error de cálculo, mala planeación, sordos ante las advertencias, el caso es que el país paga las consecuencias con severos recortes al presupuesto de salud, educación, programas sociales, infraestructura, medio ambiente…
La inercia, que no la estrategia, obliga ahora a regresar al superávit primario, es decir remanente entre ingreso y gasto… para pagar un poquito del fardo y con ello calmar a las calificadoras que amenazan degradar la calidad crediticia de la deuda soberana del país.
Encendidos los focos rojos al amanecer de 2015, cuando el monto de la deuda total alcanzaba el equivalente a 41% del PIB, se dijo que no había problema dado que el limite prudencial aconsejado por el Organismo para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), es de 42%. El caso es que estamos en 50%. Y el caso es que en el primer semestre del año el país pagó por concepto del servicio 240 mil 176 millones de pesos, lo que implicó un salto de 14.8% respecto al año anterior.
La cabeza de la hidra. Balance general. De acuerdo con la ruta crítica trazada por la Comisión de Comercio Exterior del Senado encabezada por el panista Héctor Larios Córdova, a principios de noviembre estará listo el dictamen sobre el paquete de acuerdos alcanzados para el Acuerdo Transpacífico de Asociación Económica, TPP por sus siglas en inglés, que llegaría al pleno antes de la mitad del mes.
Las fechas empatan con la elección presidencial de los Estados Unidos, cuyo Congreso votaría el sí o no al concierto de 12 países en enero.
La intención naturalmente, es ejercer algún tipo de presión vía la demostración de que México está listo.
Los primeros congresos que aprobaron la negociación fueron los de Australia, Nueva Zelanda y Japón. Estamos salados. En la recta final del gobierno salinista, en 1994, colocadas en la mesa de las subastas prácticamente todas las empresas paraestatales ajenas a la protección constitucional de monopolio de Estado, se logró una rendija para preservar a la Exportadora de Sal.
La empresa japonesa Mitsubishi tenía interés en una participación minoritaria que finalmente alcanzaría un 40%.
La principal productora del país mantendría su carácter de paraestatal, sectorizada ahora a la Secretaria de Economía.
El caso es que la destitución, inhabilitación y consignación fallida del ultimo director general de la firma, Humberto López Portillo Basave, está abriendo una cloaca.
De acuerdo con éste, Mitsubishi, pese a su calidad de minoritario, lleva la batuta, manteniendo entre sus representantes en el Consejo de Administración al ex secretario de Comercio, Herminio Blanco.
El presidente de éste es el coordinador General de Minería de la Secretaría de Economía, Mario Cantú.
En el descobijo uno y otro se culpan de la compra de un barco con capacidad mayor a la requerida; de otorgar un contrato ruinoso a la empresa Parksy para adquirir 300 toneladas cúbicas de salmuera; de malos manejos en general.
Igualito que en los tiempos de Echeverría, López Portillo y De la Madrid. Vuelve la pesadilla. Cuando consideraba la matriz de WalMart cerrado, sellado y hasta superado el escándalo derivado de una denuncia periodística sobre posibles sobornos entregados en México para favorecer la expansión de la cadena, una jueza de Estados Unidos revive el asunto.
De acuerdo con ésta los accionistas minoritarios que se sientan afectados por la medida, es decir el que se hubieran desviado recursos de la compañía para acciones ilegales, podrían integrar una demanda colectiva.
La empresa había librado un acto similar de un fondo de retiro de Michigan quien había adquirido acciones de ésta que se depreciaron. De Reagan a Trump. A convocatoria del Fondo de Cultura Económica que encabeza José Carreño Carlón, este martes en el Centro Cultural Bella Época habrá un debate en torno a un libro de reciente aparición: La derecha radical en el Partido Republicano. De Reagan a Trump.
El volumen fue escrito por Teresa Long, codirectora del Centro México-Texas y la Universidad Metodista del Sur, además de Jesús Velasco de la Universidad Estatal Tarleton.
En el acto participan también expertos del Colegio de México, la UNAM, la Universidad de Guadalajara y el CIDE.