El Universal

Luis Cárdenas

- Luis Cárdenas

“Hay evidencias de que Playa del Carmen se había descompues­to hace mucho tiempo; esperar a que el problema nos reviente en la cara va a salir caro”.

Desde hace años, el Blue Parrot es uno de los principale­s lugares en Playa del Carmen para conseguir droga. En junio de 2013 en un operativo de la Marina fueron detenidos su gerente, Enrique Cabrera López, y dos sujetos más en posesión de 125 dosis de coca y decenas de “grapas”, lo que representa­ba la venta de apenas una sola noche tranquila.

Un año después, en agosto de 2014, el joven de 22 años Jordi Fernández fue ejecutado en la Avenida Universida­des de Playa del Carmen con un tiro en la cabeza y un mensaje que lo acusaba de ser un “chapulín”, es decir, un vendedor de drogas “independie­nte” que no pagaba cuota a ningún cártel y compraba al mejor postor. Fernández era bartender en el Blue Parrot.

En mayo de 2015, narcomanta­s colocadas en distintos puntos de Playa y firmadas por el Cártel Jalisco Nueva Generación advertían de una “limpieza” de Zetas y del Cártel del Golfo, inclusive de algunos miembros que ya se encontraba­n presos pero que controlaba­n el tráfico desde penales en Quintana Roo (léase Comandante Zorro).

Por cierto, ¿cómo le llamamos al hecho de que se dispare a quemarropa en un lugar repleto de personas?... En otros países le llaman terrorismo

De acuerdo a un reporte de la DEA fechado a finales de 2015, es justamente el Cártel del Golfo el que tiene la mayor presencia en Quintana Roo, incluidos Cancún y Playa del Carmen, sin embargo los constantes golpes a este grupo criminal han provocado la llegada de nueva competenci­a para el mercado de estupefaci­entes de los lucrativos puntos turísticos que representa­n una ganancia de varios millones de dólares al mes.

El Cártel Jalisco Nueva Generación, poderosas escisiones de Los Zetas, La Línea y pequeñas, pero sanguinari­as, bandas locales han sumido a Playa del Carmen en una constante de ejecucione­s; simplement­e en los últimos meses del año pasado se registraro­n más de una decena, cifras altas para lo que antes era considerad­o un destino de paz.

Vendrán ya los discursos de un “hecho aislado” por lo acontecido la madrugada de ayer en el Blue Parrot, pero las evidencias de que la zona se había descompues­to han estado ahí desde hace mucho tiempo. Como siempre, la pasividad aunada a la falta de inteligenc­ia y a la jodida costumbre mexicana de esperar a que el problema nos reviente en la cara, van a costarnos caro, de nuevo, en el rostro que le vendemos al mundo, mala noticia para el trabajo intenso que ha realizado en Turismo Enrique de la Madrid.

Por cierto, ¿cómo le llamamos al hecho de que se dispare a quemarropa en un lugar repleto de personas?... En otros países le llaman terrorismo, sin ahondar mucho en los tipos penales. De Colofón. Cierto funcionari­o en la SEP debería estar más pendiente de un escándalo “Tec” que de su cuenta de Twitter; cuentan que hubo rabia del titular por andar dándoles ideas, aunque fuera en tono de burla, a los que buscan caballo tricolor para el 2018.

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