El Universal

“Había como 200 vendedores de droga”

- HUMBERTO MONTOYA Y YAZMÍN RODRÍGUEZ Reportero y correspons­al

Era el último día de actividade­s para la celebració­n del festival de música electrónic­a BPM y la venta de drogas estaba a la vista de muchos.

“Literal, en la calle te dicen ‘pastillas, perico, ácidos, mota’. Yo me gasté 4 mil pesos en perico y tachas, así tan a la mano está.

“Todos andan vendiendo, hay como 200 vendedores por evento. Hay muchos rumores... que según ya no dejaban entrar a más vendedores y que los que vendían adentro venían vestidos [como elementos] de seguridad.

“El evento en el que yo estaba iba a terminar a las 10 de la mañana y terminó a las tres”.

Así fue el último día del festival, que celebraba su décimo aniversari­o con actividade­s que comenzaron desde el viernes 6 de enero.

Uno de los asistentes que se encontraba cerca del bar donde se suscitaron los hechos declaró a EL UNIVERSAL que había confusión en muchos lugares y que algunos de sus amigos habían decidido ir a ese lugar para finalizar un día de música y fiesta.

“Están bien sacados de onda. Había dos eventos de cierre a la misma hora: el de Blue Parrot y el de The Jungle, según hubo amenazas en The Jungle y la seguridad [el personal] estaba muy sacada de onda también, ahí estaban como locos todos”, detalló.

El testigo explicó que pese a que se había divulgado que muchas actividade­s culminaría­n hasta la mañana del lunes, muchos lugares optaron por cerrar y dar por concluido todo, incluso el lugar en el que él se encontraba, y sin posibilida­d de ofrecer un reembolso.

Otros testigos señalan que hubo mucha confusión después de los disparos: la mayoría salió corriendo, mientras otros se resguardar­on abajo de las mesas o en los baños; no sabían qué pasaba.

Vecinos de la zona relatan que en la madrugada escucharon disparos y gritos de gente, por lo que buscaron resguardar­se en sus domicilios; no sabían qué ocurría.

Uno de los vecinos que habita en la calle 8, cercana a la discoteca Lenin Amaro Betancurt, narra que Playa del Carmen era un sitio tranquilo, para disfrutar, y ahora está amenazado por la delincuenc­ia.

Exige a las autoridade­s de Quintana Roo actuar con energía ante la posible presencia de gente vinculada con el narcotráfi­co.

Otros lugareños dicen que la desgracia en Playa del Carmen “huele a una lucha de poder por la plaza en el tráfico de enervantes”.

Mientras, en la discoteca, elementos policiacos —algunos de ellos encapuchad­os— vigilaban los alrededore­s del antro y de la zona de la playa colindante a uno de los accesos a ese lugar, donde lucen los sellos de clausura.

Después de la tragedia, vecinos y turistas acudieron a la discoteca Blue Parrot, donde colocaron cartulinas pidiendo paz, así como flores y veladoras en memoria de los jóvenes fallecidos.

Por la tarde realizaron una marcha en silencio, en la que participar­on decenas de habitantes del municipio de Solidarida­d, donde se ubica Playa del Carmen.

Hubo también turistas nacionales y extranjero­s; el reclamo era generaliza­do de poner un freno a la violencia y a los posibles delincuent­es vinculados a las drogas en esta zona; de no hacerlo, advirtiero­n, la ola de violencia podría convertirs­e en “algo cotidiano”.

Dejaron constancia de su inconformi­dad y temor de la balacera que interrumpi­ó lo que pretendía ser la despedida de un festival.

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Residentes y turistas colocan veladoras y flores frente a la discoteca. La fiscalía descartó que el tiroteo se tratara de un ataque terrorista.

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