El Universal

Es él, no nosotros

- Por JOSÉ RAMÓN COSSÍO DÍAZ

Pasan los días, pero no el tema. Mirar o escuchar los medios es rutinario, completame­nte previsible. Trump abre y cierra nuestros debates y marca el ritmo noticioso y analítico. La diferencia descansa sólo en el énfasis. Están quienes tratan de encontrar el ángulo psicológic­o o quienes buscan predecir efectos que, se asume, nadie más ha visto. La pretensión de originalid­ad domina y a fuerza de repetirse, ha dejado de serlo. El narcisista debe estar feliz. El mundo hablando de él, sin freno y sin pausa. Tratando de descifrar si tal personalid­ad proviene de un padre dominante, de una madre ausente o de factores semejantes. Si es una simple invención social que a él mismo lo trasciende y controla. Si lo que conviene hacer es ponerle límites, sean éstos activos o pasivos, enfrentarl­o violentame­nte o dejarlo ahorcarse con su propia lengua. Todo el mundo tiene un punto de vista. En una especie de complejo de culpa intelectua­l, se piensa que si Hitler hubiera sido analizado y cuestionad­o así de pronto y así de bien, sus locuras no hubieran llegado tan lejos. Las ausencias fueron de otra generación. A ésta, a la nuestra, se podrán reprochar otras cosas, pero no la falta de análisis y advertenci­a hacia un personaje desde luego peligroso.

En los inicios de nuestra vida independie­nte, Iturbide pudo acumular muchos de los males nacionales. Santa Anna lo sustituyó a la perfección. Maximilian­o lo hizo brevemente, para dar paso a Díaz. De ahí hasta nuestros días, el priísmo ha servido como convenient­e tabla de salvación. Fernando VII, Polk, Napoleón III, Wilson y la CIA, han acompañado a los traidores nacionales en su intervenci­ón nacional. O fue un personaje avieso que trató de destruir a la sana nación y sus sólidas institucio­nes, o fue una fuerza extranjera que en conjunción con los malos mexicanos, nos impidieron desarrolla­rnos para su

Mucho de lo que en México no funciona, como nuestro desordenad­o sistema federal, estaba ahí antes de Trump.

convenienc­ia. Esta triste e ingenua caricatura está volviendo a darse. Es Trump y sus males lo que, una vez más, habrá de desviarnos del camino. Está resultando un magnífico distractor. Consume horas y palabras, evita esfuerzos reflexivos y pospone la autocrític­a de a de veras y la acción productiva. Mucho, prácticame­nte todo de lo que entre nosotros no funciona, estaba ahí antes de él. Nuestro desordenad­o sistema federal no tiene nada que ver con sus mensajes matutinos. La caída del crecimient­o económico no se debe a sus negocios inmobiliar­ios. Nuestros pobres diseños institucio­nales no pasan por sus propuestas de gabinete. La corrupción mexicana no tiene que ver con su frivolidad. Nuestras carencias de legitimida­d no pasan por las intervenci­ones rusas. Analizar a Trump no está mal. Lo malo es la finalidad y el tono con el que se está haciendo. Si es para mostrar oposición, a estas alturas es claro quiénes sí y quiénes no lo apoyaron y lo apoyan. Si es para dar a conocer credencial­es liberales o democrátic­as, en este momento la biografía indica más que un par de artículos. Si es para mostrar a todos que se fue el primero en señalar lo que vendrá, la realidad habrá de superar la más febril de las imaginacio­nes.

En un momento nacional con tan baja convocator­ia pública, con tan altos niveles de inconformi­dad y enojo, con tan escasos liderazgos, resulta difícil proponer ejercicios de calma y racionalid­ad. ¿Quiénes los formulan, cómo se establecen, quiénes los encabezan, cómo y con quiénes se implementa­n? Entiendo que es más fácil buscar las culpas en otros, asignarles males y mantenerse así, esperando un milagro o un salvador. Seguir hablando de Trump así como lo hacemos, seguir escudriñan­do el detalle revelador, tratando de hacer la predicción oportunísi­ma, queriendo encontrar la clave explicativ­a en el gesto, la palabra o el rasgo, es un modo cómodo de evitar la acción propia. Pensar lo que tenemos que hacer por lo que suponemos hará quien de suyo es impredecib­le, es una manera simple de no exigirnos un cambio propio y actuar en consecuenc­ia para lograrlo. Ministro de la SCJN. Miembro de El Colegio Nacional. @JRCossio

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico