El Universal

Alejandro Hope

- Alejandro Hope alejandroh­ope@outlook.com @ahope71

“¿Ahora sí harán caso autoridade­s locales, estatales y federales, ahora que está en riesgo la Riviera Maya, ahora que el turismo está bajo amenaza?”

En la madrugada del lunes, mientras se celebraba un festival de música electrónic­a, un individuo armado entró al hotel Blue Parrott en Playa del Carmen, Quintana Roo. Abrió fuego y mató a cuatro personas de nacionalid­ad extranjera. Otra víctima murió de una caída y al menos 15 personas resultaron lesionadas. El asesino huyó en la confusión que siguió al tiroteo.

Este ataque es todo menos sorpresivo. El deterioro del clima de seguridad en la Riviera Maya es patente desde hace meses. Todo el verano estuvo plagado de ataques a centros de prostituci­ón. A finales de noviembre, el bar Mandala, en pleno corazón de la zona turística de Cancún, fue objeto de un atentado que dejó muertos a tres empleados.

Detrás de todos esos incidentes (y muchos otros), hay una florecient­e industria de la extorsión que afecta lo mismo a giros ilegales que a negocios lícitos, muchos de los cuales han tenido que cerrar en meses recientes al no poder pagar más el impuesto a los mafiosos.

Escribí sobre todo eso a principios de diciembre de 2016 (http://eluni.mx/2g2IdnS). Nadie hizo caso. Cuatro meses antes, Juan Pablo Becerra-Acosta describió, con sentido de alarma, la frágil pax narca de Playa del Carmen (http://bit.ly/2jW5OZW). Nadie hizo caso. En mayo de 2016, Eduardo Guerrero incluyó a tres municipios de Quintana Roo (Solidarida­d, Benito Juárez y Cozumel) en una lista de zonas de riesgo por presencia de la delincuenc­ia organizada (http://bit.ly/1X8C79b). Nadie hizo caso. A todo lo largo de 2016, la prensa local estuvo llena de reportes de balaceras, enfrentami­entos y ejecucione­s. Nadie hizo caso.

Y finalmente llegamos al Blue Parrott, a un incidente registrado en un evento internacio­nal y que acabó con la vida de cuatro extranjero­s. ¿Ahora si harán caso las autoridade­s locales, estatales y federales, ahora que está en riesgo la reputación de la zona, ahora que está bajo amenaza el flujo de turistas? Más vale, porque esto pudiera ser el inicio, no el final, de una escalada de violencia.

El mismo lunes, en diversas zonas de Playa del Carmen, se recogieron narcomanta­s, firmadas por un individuo conocido como El Fayo y por un grupo autodenomi­nado como Zetas Vieja Escuela. En éstas, el grupo en cuestión se atribuye el atentado al Blue Parrott y lanza amenazas en contra de golfos (integrante­s de alguna célula asociada al Cártel del Golfo), pelones (miembros de una banda local) y autoridade­s.

Esa combinació­n —incidentes de alto impacto y narcomensa­jes— ha sido en otros estados indicador del estallido de una guerra entre grupos criminales. No sería inusual si los acontecimi­entos en Quintana Roo anunciaran lo mismo.

Hay que recordar, por otra parte, que las condicione­s sociales de la Riviera Maya la hacen propensa a convertirs­e en el Acapulco del Caribe o la Ciudad Juárez del trópico. Crecimient­o demográfic­o explosivo, expansión desordenad­a de la mancha urbana, débil capital social, alta concentrac­ión de hombres jóvenes con pobres perspectiv­as económicas, mercados ilícitos pujantes y una economía regional próspera con muchos blancos para la extorsión.

Entonces, por favor, ahora sí hay que hacer caso. En la coyuntura actual, en la era de Trump, el país no se puede permitir perder, por negligenci­a y complicida­d, una más de sus joyas. EN OTRAS COSAS. Le mando una frase de bienvenida como presidente al señor Donald Trump: sic transit gloria mundi (la gloria del mundo es pasajera).

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