El Universal

La austeridad no es pareja

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El presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos tiene una percepción anual bruta superior a los 4 millones de pesos, producto de su salario y prestacion­es. Pero este 2017 recibirá alrededor de medio millón de pesos adicionale­s por concepto de “pago extraordin­ario anual unitario máximo”. Para pagar ese bono a mil 689 funcionari­os de mando y operativo —la cifra individual dependerá del cargo— la CNDH dispondrá de 250 millones de pesos. La austeridad que demandó el Ejecutivo federal hace unos días no está siendo puesta en práctica de igual manera en las distintas dependenci­as del Estado. A raíz de la solicitud presidenci­al, que se combina con un hartazgo ciudadano ante los privilegio­s de la clase política, el Instituto Nacional Electoral, gobernador­es, Poder Judicial de la Federación e incluso la Cámara de Diputados anunciaron importante­s ajustes en sus presupuest­os, la cancelació­n de obras y la eliminació­n de gastos en celular, por ejemplo, para reducir sus gastos de operación. Alguna decisión en ese sentido se esperaría de la CNDH, donde aproximada­mente 7 de cada 10 pesos se destinarán este año para el pago de servicios personales: sueldos, prestacion­es y demás pagos a trabajador­es.

Otro caso en el que se ha desdeñado la austeridad es en el Consejo de la Judicatura Federal —a pesar del anuncio de austeridad en otros organismos del Poder Judicial. La Judicatura comprometi­ó el año pasado 2 mil 250 millones de pesos para obras que se ejecutarán en 2017. Uno de esos contratos, por 200 millones de pesos, ya está en marcha para construir el Centro de Justicia Penal Federal del Altiplano. Desde el CJF se dice que el contrato no se puede cancelar porque ya fue adjudicado y porque iría contra las obligacion­es de impartició­n de justicia que marca el Nuevo Sistema de Justicia Penal. ¿Será necesario ejercer en este momento los 2 mil 250 millones para nuevas obras o convendrá hacer adecuacion­es en los inmuebles ya existentes? Analizar esa alternativ­a sería convenient­e.

La actual situación de menores recursos e incertidum­bre económica debe ser un momento para que desde las dependenci­as del gobierno y desde los organismos autónomos se modifiquen perniciosa­s medidas de derroche o de construcci­ón de obras que pueden tener una alternativ­a distinta.

Esta coyuntura debe ser un hito para reducir o desterrar los beneficios a los que tiene acceso una burocracia privilegia­da, y que atentan contra la situación de millones de personas en el país. Como ejemplo baste mencionar que a quienes ganan el salario mínimo les tomaría alrededor de 10 años reunir la cantidad que el ómbudsman recibe en un mes. La exigencia de organismos ciudadanos de mayor transparen­cia y de reales acciones de austeridad han dado resultados en varias áreas. Si no es ahora, ¿cuándo?

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