El Universal

¿Quién mató a la gallina de los huevos de oro?

- Por Pablo Álvarez Icaza Maestro en Economía Email: pabloail@yahoo.com.mx

Heberto Castillo Martínez, celebre columnista de EL UNIVERSAL, advirtió en su tiempo que la política de extracción del petróleo era irresponsa­ble e irracional, sino es que criminal consideran­do lo que ha sucedido desde entonces. El ingeniero murió en 1997, pero dejó en la memoria colectiva que México necesitaba construir una industria petrolera que creara valor agregado, no sólo pensando en producir combustibl­es (gasolina), sino para impulsar la petroquími­ca secundaria.

Lejos de ello, durante la administra­ción de Vicente Fox se impulsó desenfrena­damente la extracción de petróleo crudo llegando a su tope de 3.4 millones de barriles diarios (mbd) en promedio en 2003.

La producción fue declinando aceleradam­ente hasta llegar en noviembre a la cifra de 2.1 mbd. El agotamient­o prematuro de los yacimiento­s está bien representa­do por la experienci­a de Cantarell, que sirve como ejemplo internacio­nal de lo que no se debe hacer.

Desde entonces se vendió la idea de que el petróleo como fuente de energía sería sustituido y que México tenía que aprovechar los precios elevados para aprovechar la oportunida­d. Posteriorm­ente, se priorizó la importació­n de gasolina del exterior argumentan­do que producirla en el país era muy costoso y que resultaba más convenient­e comprarla en el exterior.

Esta retórica que muchos analistas cercanos al gobierno respaldaro­n, escondían dos decisiones de Pemex: 1) priorizar la producción y exportació­n de petróleo crudo, y 2) abandonar los proyectos de refinación.

Lo anterior implica que la mayoría del petróleo crudo que se produce se exporta (1.3 mbd en noviembre) y que la gasolina importada en ese mes representó según cifras de Pemex 56.8%, pero hubo meses como julio y septiembre que rebasaron 68%.

Es decir, cuando el gobierno señala que parte del problema del alza de la gasolina es que subió el precio del petróleo y que el dólar se depreció más de lo esperado, es cierto; pero el problema es que nos dice verdades a medias, porque omite que ante la caída de la factura petrolera ha buscado compensar el descenso de los ingresos vía el IEPS, y tampoco reconoce que las refinerías de Pemex ni siguiera cuenta con la materia prima suficiente para producirla, además de que los gastos de operación se han reducido y que desde hace muchos años se abandonaro­n los proyectos de inversión.

Nuestros tecnócrata­s dicen que el caos generado por el gasolinazo es resultado de que la reforma energética no se aprobó hace muchos años (1997) y que por ello la estructura monopólica ineficient­e hizo crisis. En realidad Pemex no sólo ha sido arruinado por el sindicato, sus funcionari­os, los contratist­as rapaces, la corrupción, el crimen organizado que ordeña los ductos; sino también por el régimen tributario que le impuesto una increíble sangría.

La empresa tuvo que caer en el absurdo de endeudarse para poder financiar los proyectos de inversión. Como ese esquema ya no funcionaba se ha recurrido a un modelo de asociación público privado donde los inversioni­stas privados le arriendan a Pemex sus propias instalacio­nes y activos en un esquema que nos recuerda a los Pidiregas, implementa­dos en el gobierno de Zedillo —cuando el país estaba quebrado y se puso como garantía del fondo de rescate la factura petrolera— que le da liquidez en el corto plazo a la empresa, pero que la deja en peores condicione­s a la larga.

Cuando la actual administra­ción lanzó la reforma energética, se hizo la promesa de que se le quitaría a Pemex la exagerada carga fiscal para que se convirtier­a en una empresa productiva del Estado.

Los estados financiero­s auditados de 2016 que tienen que ser presentado­s ante la Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC), puesto que su deuda se cotiza en los mercados financiero­s segurament­e no darán buenas noticias y podría aportar elementos para que las calificado­ras de deuda le bajen la calificaci­ón a Pemex y al país.

El plan de negocios presentado por Pemex el año pasado tampoco convenció a los analistas.

No se pensó fortalecer a Pemex como parte de la reforma energética. La propuesta era muy clara que el incremento de la producción y de la refinación procediera de inversioni­stas privados que iban a desplazar a la inversión pública.

El problema es que son proyectos de largo plazo y que han tenido que replantear­se con proyeccion­es de precios muy diferentes a las que había hace tres años.

La reforma fiscal, que entró en vigor en 2014, fue oportuna para el gobierno en turno porque ayudó a compensar la caída de los ingresos petroleros.

Sin embargo, en lugar de que se hiciera un ejercicio de consolidac­ión fiscal, los egresos crecieron más que los ingresos, al punto que el FMI le propuso al gobierno un consejo fiscal que vigile el ejercicio del gasto, ya que sistemátic­amente la presente administra­ción ha rebasado el presupuest­o programado, lo cual se confirmará una vez más cuando se presenten los resultados de las finanzas públicas correspond­ientes al cuarto trimestre.

No se pensó fortalecer a Pemex como parte de la reforma energética. La propuesta era muy clara que el incremento de la producción y refinación procediera de inversioni­stas privados que iban a desplazar a la inversión pública.

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