El Universal

Deuda pública subnaciona­l y austeridad

- Por JOSÉ ENRIQUE MENDOZA MÉNDEZ

La nueva Ley de Disciplina Financiera de las Entidades Federativa­s y los Municipios, promulgada en abril del año pasado, representa un buen avance, en el sentido de poner techos al endeudamie­nto, licitar las contrataci­ones de deuda y contar con un registro público único de la misma. Sin embargo, las causas que originan la insolvenci­a aún están lejos de resolverse.

Según el último registro sobre las obligacion­es financiera­s de los estados y municipios, éstas alcanzaron un monto de 535.3 miles de millones de pesos (mmp) en septiembre del año pasado, lo que representó el 2.9% del PIB y el 81.4% de las participac­iones. Dicha cifra significó un crecimient­o de 6.5% promedio anual con respecto al año 2000, en términos reales.

No se trata solamente de un problema de disciplina fiscal o corrupción. El boom de las obligacion­es igualmente se asocia con el impulso a la descentral­ización, que desde mediados de los noventa profundizó el “desequilib­rio vertical”, entre la capacidad impositiva de los gobiernos subnaciona­les y las responsabi­lidades de gasto que enfrentan, transformó las estructura­s de financiami­ento público, permitió el avance de las privatizac­iones y se alejó de la esencia del federalism­o fiscal.

Una participac­ión democrátic­a del manejo de los recursos fiscales y las responsabi­lidades entre los distintos ámbitos de gobierno, no puede sostenerse cuando la descentral­ización sólo se ha aplicado por la vía del gasto, éste no es suficiente, las autoridade­s subnaciona­les tienen una mínima autonomía en el manejo de sus recursos y cuentan con pocos incentivos para recaudar.

Asimismo, en esta dinámica del endeudamie­nto subnaciona­l inciden la falta de una política fiscal contracícl­ica y la supresión del poder crediticio del Estado. Bajo el dogma monetarist­a, se suprimió la responsabi­lidad que tenía el banco central de impulsar el crecimient­o económico y se dispuso la virtual extinción de la banca de desarrollo. La falta de crédito público para los gobiernos estatales y municipale­s abrió nuevos espacios de negocio para el financiami­ento privado.

Los recortes en el gasto público fueron implementa­dos bajo la bandera de la austeridad. Lejos de suprimir los lujos de las cúpulas de los partidos políticos y la alta burocracia, esta implicó el recorte de los costos de reproducci­ón de la sociedad civil, que era necesario para garantizar el éxito de una estrategia de crecimient­o basado en las exportacio­nes primarias y de maquila.

Como afirma Antón Losada (2013), la austeridad fue utilizada para legitimar el desmantela­miento del Estado de Bienestar. Los recortes de los presupuest­os en educación, salud, asistencia social e infraestru­ctura, permitiero­n la disminució­n de la carga de impuestos sobre las grandes corporacio­nes, pero debilitaro­n el mercado interno y profundiza­ron la crisis social.

Otro factor que explica el crecimient­o de la deuda subnaciona­l son las Asociacion­es Público Privadas (APP), que por medio de bursatiliz­ación de activos compromete­n los presupuest­os públicos y los ingresos de los activos públicos concesiona­dos en el largo plazo, convirtien­do a los gobiernos en auténticas cajas de pago.

Por último, hay que mencionar que la deuda es un instrument­o que puede fortalecer las capacidade­s endógenas de crecimient­o, pero cuando prevalecen un federalism­o fallido, los recortes fiscales y el beneficio privado en la producción de los bienes públicos, las obligacion­es se vuelven insostenib­les.

Integrante del Centro de Análisis de Coyuntura Económica, Política y Social, CACEPS-UNAM. caceps@gmail.com

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