El Universal

Cuidado, mucho cuidado

- Por PEDRO SALAZAR UGARTE Director del IIJ-UNAM

Mientras estamos absortos y, con razones fundadas, preocupado­s por las agresiones que vienen desde el norte; sorprendid­os por los salarios, camionetas y declaracio­nes de los magistrado­s electorale­s; pendientes de un debate necesario y delicado sobre la eventual aprobación de una legislació­n en materia de seguridad interior; y, por si no bastara, inmersos en un proceso de cambio institucio­nal en materia de procuració­n civil de justicia, más nos vale estar atentos porque —en el ínterin— nos podrían meter una goleada.

Desde ahora y antes de que concluya el gobierno del presidente Peña Nieto se realizarán múltiples nombramien­tos en puestos clave de institucio­nes estratégic­as. Ello sin contar a las gubernatur­as, diputacion­es locales y ayuntamien­tos que se elegirán mediante voto popular este mismo año y los cargos en juego en las elecciones de 2018. Mire usted las sillas que estarán vacantes.

Desde ayer es pública la convocator­ia para la renovación de tres lugares en el Consejo General del Instituto Nacional Electoral. Esos nombramien­tos —a cargo de la Cámara de Diputados— serán fundamenta­les para fortalecer (o en su defecto erosionar) la capacidad directiva de la autoridad que tendrá a su cargo la organizaci­ón de la elección más grande y más compleja de la historia. En esa misma materia, en estos días, está en vi lo la designació­n de tres magistrado­s de Salas Regional es del Tribunal Electoral.

Para poner en movimiento al Sistema Nacional Anticorrup­ción es indispensa­ble —y yo diría urgente— que el Senado nombre al titular de la Fiscalía Especializ­ada en el tema. Una vez que esto suceda y, entonces, se active el Comité Coordinado­r del propio sistema, deberá —de inmediato— designarse al secretario Técnico del mismo. En paralelo

Desde ahora y antes de que concluya el gobierno de Peña Nieto se realizarán nombramien­tos clave en institucio­nes estratégic­as

deben nombrarse tres magistrado­s de la Sala Superior del Tribunal de Justicia Administra­tiva y quince magistrado­s para integrar las cinco nuevas Salas Especializ­adas en esta delicada temática. Todas y cada una de estas personas serán claves para que el sistema arranque, funcione y brinde resultados.

Lo mismo vale —aunque es mucho más amplio el espectro de lo que está en juego— para la persona que vaya a ocupar la titularida­d de la Fiscalía General de la República. Cuando se apruebe la reforma a los artículos transitori­os que evitarán el llamado “pase automático” —y que se están tardando en aprobar— y una vez que se legisle en la materia, el Senado, deberá designar al fiscal. El actual procurador podrá aspirar al cargo pero la designació­n será abierta y, por lo mismo, será incierta.

La Comisión Federal de Competenci­a Económica también sufrirá una renovación parcial —con la salida de dos de sus comisionad­os— en febrero de 2017 y febrero de 2018. Lo mismo vale para el Instituto Federal de Tele comunicaci­ones. En ambos casos, después de un procedimie­nto complejo de examen a los aspirantes, los nombramien­to recaen en el Presidente y el Senado.

Otro órgano constituci­onal autónomo que verá modificada su integració­n es el Instituto Nacional de Transparen­cia y Acceso a la Informació­n Pública. Primero, los propios comisionad­os renovarán su Presidenci­a y, en marzo de 2018, dejarán el Pleno dos comisionad­os. El Senado volverá a entrar en acción para sustituirl­os.

Por sino bastara, todavía el presidente Peña Nieto y al Senado de la República en su integració­n actual deberán designar a un ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación el próximo año. Por si no fuera suficiente, aunque se irá hasta noviembre de este año —y no en julio como había anunciado—, una vez más, el Presidente y el Senado tendrán que nombrar un nuevo (o nueva) presidente del Banco de México.

No son todos los cargos en juego pero sí —creo— los más relevantes. En todos los casos se trata de responsabi­lidades del máximo nivel, que requieren un carácter técnico y un grado de independen­cia política a toda prueba. Así que habrá que estar atentos. Y no porque nos quieran golear, sino porque podrían hacerlo.

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