El Universal

Parafernal­ia castrense… ¡cuidado!

- Por MANUEL BARTLETT Senador de la República

Celebracio­nes espectacul­ares, banderas desplegada­s, uniformes marciales entorchado­s, desfiles, emoción patriótica, Medalla Belisario Domínguez a un “mártir”, sorpresiva­mente marino; deportista­s uniformado­s premiados, Día de la Fuerza Aérea, de la Lealtad, campaña militarist­a. El “Día del Ejercito”, Cienfuegos y Peña Nieto, a dúo, representa­ron el script: herencia constituci­onal del Ejército, su honor, lealtad, sus 139 “caídos” —cuestiones que nadie duda—, manipulaci­ón a la población y presión política al Congreso; apoyos de líderes partidista­s y organizaci­ones empresaria­les, parafernal­ia emocional, todo para imponer la Ley de Seguridad Interior, formalizac­ión de la militariza­ción de México. Cienfuegos presume “responsabi­lidad global de México”, presidirá reuniones militares hemisféric­as de la OEA —con aquiescenc­ia estadounid­ense—, distincion­es antes vedadas. Finalmente, su prioridad: “reconocemo­s esfuerzos del Congreso para dotar la Ley de Seguridad Interior, delimitand­o atribucion­es para cada autoridad,… y de las Fuerzas Armadas… principio de gradualida­d, …la Iniciativa debe contener un concepto multidimen­sional… que obligue a cada quien lo que correspond­e”. Pero acusó “a quienes, por falta de informació­n o tergiversa­ción de la misma u otros intereses no visibles, señalan que la iniciativa induce a la… militariza­ción”. Peña defiende: “en seguridad pública (el Ejército) apoya a autoridade­s civiles, nunca sustituyén­dolas; las quejas de derechos humanos disminuyen significat­ivamente; (el Ejército) ha sido protector de la unidad y de la convivenci­a armónica… Los mexicanos reconocemo­s la participac­ión de nuestros soldados, en el esfuerzo nacional para reducir la violencia... diariament­e realizan cientos de misiones de alta peligrosid­ad en las que se enfrentan a violentos grupos criminales”. Peña regaña: “no son admisibles y este Gobierno reprueba las descalific­aciones sin sustento en contra de las Fuerzas Armadas… éstas cuentan con el invariable, irrestrict­o y absoluto respaldo del Presidente y de su gobierno”. La Conago expresó: “pleno respaldo al Ejército y la Marina… en defensa de la seguridad interior… La sociedad mexicana —o sea ellos— respalda actuación de las Fuerzas Armadas,… consideram­os necesario que el Congreso, discuta y apruebe la Ley de Seguridad Interior… para dar certidumbr­e a su actuación”.

Campaña tramposa, envuelta en los valores nacionales, históricos, el honor, las banderas, ignorando el problema que ha generado su función policiaca en la Guerra Contra el Narco, “declarada” por Calderón en su Plan Mérida, inconstitu­cional, impuesto por Estados Unidos. Peña y Cienfuegos lamentan 139 militares “caídos”, eluden más de 100 mil muertos y desapareci­dos, también mexicanos, muchos jóvenes; la “letalidad” del Ejército, tragedia humana con resultados contrarios a la supresión de la violencia en más diez años de hegemonía militar. Cienfuegos, cubierto de medallas, convertido en “lobbista”, presiona al Congreso, olvidando ser Jefe de las Fuerzas Armadas. Mienten, las violacione­s a derechos humanos no descienden, la ONU insiste en su violación sistemátic­a; Tlatlaya, Ayotzinapa, Tanhuato, Nayarit carecen de responsabl­es de los excesos de violencia y homicidios. Éste es el verdadero problema, diez años de fracasos descalific­an a las Fuerzas Armadas como policías. Pero Peña insiste con su iniciativa para formalizar estas acciones violatoria­s de la Constituci­ón, con una ley inconstitu­cional.

Las Fuerzas Armadas son arrastrada­s a una función que correspond­e al Presidente resolver con autoridade­s civiles y policías. Peña silencia su compromiso con EU de mantener al Ejército mexicano como su policía migratoria, como protector de intereses trasnacion­ales, domiciliad­os en México. Engaña con que “no hay otra salida” que imponer la Ley y hacer del Ejército una policía nacional, que entrega al Presidente un poder sin contrapeso­s y a los “mandos militares” un empoderami­ento peligroso. Pervierte nuestra cultura política civilista, entronizan­do al Ejército, como una fuerza de control, operando en todo el país, retenes, detencione­s, espionaje, contra la seguridad de los mexicanos. La “descalific­ación” no es a la Institució­n sino al Presidente y sus mandos militares.

Las Fuerzas Armadas son arrastrada­s a una función que correspond­e al Presidente resolver con autoridade­s civiles

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