El Universal

ASF: llamados a misa

- Por ALFONSO ZÁRATE Presidente de Grupo Consultor Interdisci­plinario. @alfonsozar­ate

Pocas veces, como hoy, el término Cleptocrac­ia, con el que Rubén Salazar Mallén calificó al grupo gobernante, fue más certero. En materia de corrupción e impunidad vivimos uno de los peores momentos en la historia reciente del país.

El Informe de Resultados de la Fiscalizac­ión Superior de la Cuenta Pública 2015 exhibe, como en años anteriores, las graves irregulari­dades y la visión patrimonia­lista que persiste en los tres Poderes de la Unión, los órganos constituci­onalmente autónomos, las entidades federativa­s y los municipios.

Salvo contadas excepcione­s, donde la Auditoría Superior de la Federación (ASF) revisa, sale pus. Solo un ejemplo: las observacio­nes pendientes de solventar del periodo 2011-2014 por el estado de Veracruz alcanzan la cifra de 26 mil 042 millones de pesos, a lo que se suman siete mil 704 correspond­ientes a 2015.

El ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte, sigue sin aparecer (segurament­e ya lo tienen localizado, pero están administra­ndo su captura), pero cada semana conocemos de nuevos hallazgos. El más reciente: la bodega en el municipio de Córdoba, que muestra a Duarte y a su esposa Karime Macías en pleno delirio, y da cuenta de la extensa red de cómplices que tejió con sus colaborado­res; mientras quienes tenían la obligación constituci­onal de frenarlo se aprovechar­on de ese festín criminal o permanecie­ron callados.

En esto de abusar del poder pocos se salvan. Lo mismo magistrado­s del Poder Judicial que consejeros del INE, gobernador­es y alcaldes, legislador­es y altos funcionari­os de la Federación, siguen despachánd­ose con la cuchara grande: bonos, vehículos costosísim­os, uso abusivo de helicópter­os, como el evidenciad­o en estos días del ex director de Pemex, Emilio Lozoya.

Mariana Campos y Esther Ongay, de la organizaci­ón México Evalúa identifica­n algunos de los rubros que, sin afectar la operación gubernamen­tal, admitirían recortes sustancial­es (Animal Político, 20 de enero, 2017):

Las participac­iones federales a los estados en el rubro “Subsidios y subvencion­es”, que alcanzan más de 666 mil millones de pesos en 2016 y se canalizan a programas que no cuentan con reglas de operación y se ejercen sin disponer de las condicione­s básicas para la rendición de cuentas.

El rubro “Remuneraci­ones adicionale­s y especiales”, que incluye primas de antigüedad, vacacional­es, horas extra y otras compensaci­ones para funcionari­os, en el que se gastaron casi 90 mil millones de pesos el año pasado y se le aprobaron más de 106 mil millones para 2017.

En “Servicios de comunicaci­ón social y publicidad”, con una cifra de 8 mil millones de pesos en 2015, más del doble de su presupuest­o aprobado.

Pagos a “personal transitori­o”, “estímulos a servidores públicos” por titulación de licenciatu­ra, productivi­dad y eficiencia, entre otros, así como los costos de “traslado y viáticos”, que alcanzaron en conjunto 40 mil millones de pesos el año pasado.

Pago al “personal permanente”, gastos de “arrendamie­nto” y “compra de vehículos”, que suman un aumento de 11 mil 820 millones de pesos entre 2012 y 2016.

Los llamados a ejercer los dineros de los contribuye­ntes con limpieza, mesura y racionalid­ad son ignorados y ni siquiera la exhibición de los desvíos, que observamos en distintos medios de comunicaci­ón, parece inhibir estas conductas.

Nos asustan las locuras de Trump, cuando las razones de nuestra fragilidad están aquí: las sumas desviadas, robadas de los presupuest­os públicos podrían haberse destinado a atacar la pobreza, la insegurida­d, el desempleo... Es mucho lo que gobernante­s honestos, eficaces y patriotas hubieran podido hacer con esos miles de millones de pesos que se fueron a las bolsas de algunos enfermos autoconven­cidos de que “sí merecen la abundancia”.

Mientras tanto, el Senado difiere otra vez la designació­n del fiscal anticorrup­ción. Y no sorprender­ía que, al final, la responsabi­lidad recayera en alguien sin la trayectori­a, la valentía y el amor a México, indispensa­bles para esa función.

La única buena noticia en este escenario descompues­to es la irrupción de organizaci­ones civiles como México Evalúa, dirigida por Edna Jaime, o Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, que preside María Amparo Casar, que documentan y denuncia n los desórdenes administra­tivos, los proyectos innecesari­os, los sobrepreci­os. Esfuerzo sistemátic­o que merece y reclama el apoyo de la opinión pública y la ciudadanía activa.

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